A Pastor's Pride and Joy/es

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Revision as of 01:22, 2 April 2009 by JoyaTeemer (Talk | contribs)
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Estoy tan orgulloso de ustedes“, le dijo un pastor a sus hijos. „Han hecho el bien, y estoy muy orgulloso de ser su padre“ Compara esta afirmación con las palabras que otro pastor le dijo a su hijo favorito: „Tú eres mi hijo amado, en ti me he complacido.” Yo creo que hay muchísima diferencia entre los dos pastores. El primero les enseña a sus hijos que el estar orgulloso es bueno. „ Su propósito en la vida es hacer sentir orgulloso a su padre“ Pero Dios dice que Nuestro Señor Jesucristo es el que le ha dado a su Padre felicidad. Su objetivo final era y es el glorificar a Dios y el poder disfrutarlo siempre.

¿Les has dicho alguna vez a tus hijos que ellos han hecho que tú estés orgulloso? ¿ Qué les dices después de una obra de teatro escolar? ¿O después de que han anotado un gol en un encuentro de fútbol? ¿O después de haber hecho una pirueta perfecta en una clase de danza? Piensas en la palabra „orgullo“ ? Este tipo de lenguaje surge de los patrones culturales al hablar y no se cuestionan, incorporándolos al vocabulario y al pensamiento de aquellos que deben de ser fieles. Nosotros decimos estas cosas porque queremos que nuestros hijos tengan una buena autoestima, no es cierto?

Los Pastores les dicen estas mismas cosas a sus „hijos“ –su orgullo y felicidad espiritual, la iglesia. Al apóstol Juan le encantaba esta metáfora que se refería a sus fieles amados como a sus „pequeños hijos“. En una ocasión pensé que éste era un término simplemente precioso que mostraba afecto, pero ahora lo veo como absolutamente descriptivo. ¿Por qué así? Porque las iglesias no coleccionan hijos necesitados, la gente normalmente actúa de acuerdo a ese rol de hijos. Muchos son los cristianos que se comportan como niños en busca de disciplina, o incluso peor. Las Iglesias necesitan madurar en su capacidad de entendimiento de humildad y felicidad que proviene de todo esto. Sí, la felicidad que viene de la humildad en forma de orgullo hay que desterrarla.

El orgullo es lo que más arruina a los pastores y a las iglesias. Es más perjudicial en la iglesia que en la casa. Los pastores arrogantes en sus sermones evangélicos tratan de conducir a su gente, adonde estos no quieren ir. La fuerza irresistible de ser útil promueve el objetivo inamovible de lograr soluciones por su propia cuenta. El líder actúa como que si su ministerio no podría existir sin él y el feligrés reconoce que las cosas eran mucho mejor antes de que llegara ese nuevo pastor. El orgullo multiplicado por sí mismo forma una fuerza devastadora que debilita las almas de los hombres. Todos hemos visto esto en vivo. Los hombres no actúan humildemente para reconocer deferencias especiales en casos necesarios. La Palabra de Dios muestra una vez más la verdad: „Del orgullo solo provienen problemas, pero en los sabios es una característica de sabiduría“ (Prov.13:10) ¿Ves conflictos? Eso significa que está presente el orgullo en algún lugar. Estamos necesitados de sabiduría para poder identificar la cara de la vanidad. ¿Acaso no promete Dios sabiduría a aquel que la solicita?

A la gente no le gusta ni admitir sus faltas, ni confesar que son pecadores. Yo soy culpable de ambos hechos. Pero entre más rápido reconozcamos lo que somos y lo confesemos, más rápido podremos lograr controlar nuestro orgullo.

La taxonomía de nuestro problema se ve así:

Premisa: todos los hombres son pecadores. Si profundizamos en nuestra investigación, concluiremos que los pecadores se subdividen en dos categorías: Aquellos que admiten su pecado y aquellos que no lo admiten. Aquellos que admiten ser pecadores se dividen en dos categorías: Aquellos que hacen algo para solucionar el problema y aquellos que no hacen nada. Son solo aquellos que controlan las necesidades urgentes de sus almas ante los ojos de Dios, los que pueden mejorar en la lucha contra el pecado. Solo aquellos que humildemente aceptan su pecado y ven sus necesidades, son los que no son hipócritas. Pero éstos son especímenes raros en nuestro tiempo. Ellos profesan lo que es verdadero y viven de acuerdo a sus creencias. Confiesan que son pecadores y le piden a Dios poder obtener Su gracia para triunfar en la lucha contra el pecado con Su ayuda. Todas las otras personas llevan puestas máscaras de autoengaño.

Mírate a ti mismo. ¿Buscas saber y controlar todo sobre tu pecado, o lo escondes? Toma en cuenta estas palabras del libro de la sabiduría, „El que encubre sus delitos no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona, obtendrá misericordia“, (Prov.28:13) La gente se cuestiona porque ve esa vitalidad espiritual en sus vidas. En realidad, no podrían verla. Frecuentemente la gente guarda escondido algún pecado que le gusta cuando en realidad debería de tratar de eliminarlo. La mortificación (el arte de matar el pecado) todavía es una idea bíblica. No hay pecados que sean secretos. Dios lo sabe todo. Esto tal vez te sorprenda, pero tú no puedes engañar al Ser Omnipresente. Él sabe que es lo que nosotros atesoramos en nuestros corazones y en nuestras mentes. Este hecho debería hacernos más humildes, pues somos pecadores necesitados de Su gracia.

Tenemos que deshacernos del deseo que impulsa a nuestro orgullo o que impulsa el orgullo en los demás. Dile a tus hijos que estás feliz cuando ellos muestran obediencia a las doctrinas de Dios. Dile a tus estudiantes que te hacen feliz. Pastores, díganle a sus ovejas que está bien admitir que somos pecadores que necesitamos de la Gracia. Exhórtenlas a que busquen la gracia en Cristo que puede hacer que nuestros corazones arrogantes se transformen en sencillos. Así actúa el sabio. „Cuando llega la soberbia, llega también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría.“ (Prov.11:2)

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