A Pastor's Pride and Joy/es

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"Estoy tan orgulloso de ustedes," les dijo un pastor a sus hijos. "Han hecho el bien. Estoy muy orgulloso de ser su padre" Compara esta afirmación con las palabras que otro padre le dijo a su especial hijo: "Tú eres Mi Hijo amado, en ti me he complacido”(Lucas 3:22). ¿Hay una diferencia?

Yo creo que hay un mundo de diferencia. El pastor les enseña inconscientemente a sus hijos que el orgullo es bueno — "Su propósito en la vida es hacer sentir orgulloso a su Papi." Pero Dios encomia al Señor Jesucristo porque ha dado a Su Padre gozo — Su objetivo final era y es queda glorificar a Dios y disfrutarlo siempre.

¿Les has dicho alguna vez a tus hijos que ellos han hecho que tú estés orgulloso? ¿Qué sale de tus labios después de una obra de teatro escolar? ¿O después de que han anotado un gol en un encuentro de fútbol? ¿O después de haber hecho una pirueta perfecta en una clase de danza? Piensas en la palabra "orgullo?" Este tipo de lenguaje surge de los patrones culturales al hablar y no se cuestionan, incorporándolos al vocabulario y al pensamiento de aquellos que deben de ser fieles. Nosotros decimos estas cosas porque, después de todo, queremos que nuestros hijos tengan una buena autoestima, no es cierto?

Los Pastores les dicen estas mismas cosas a sus otros hijos — su orgullo y felicidad espiritual, la iglesia. Al apóstol Juan encantaba esta metáfora que se refería a sus fieles amados como a sus "pequeños hijos." En una ocasión pensé que éste era un término simplemente precioso que mostraba afecto, pero ahora lo veo como absolutamente descriptivo. ¿Por qué así? Porque las iglesias no son reconocidas como hijos necesitados; la gente normalmente actúa de acuerdo a ese rol de hijos. Muchos son los cristianos que se comportan como niños en busca de disciplina, o incluso peor. Las Iglesias necesitan madurar en su capacidad de entendimiento de humildad y el gozo que proviene de todo esto. Sí, la felicidad que viene de la humildad mientras matan el orgullo.

El orgullo es lo que más arruina a los pastores y a las iglesias. Es más insidioso en la iglesia que radón en la casa. Los pastores arrogantes que estan subiendo en "las escaleras evangélicas" tratan de conducir a gente presumida (a veces presumida sin idea), adonde ellos no quieren ir. La fuerza irresistible de la autoestima promueve el objetivo inamovible de determinación por su propia cuenta. El líder actúa como que si su ministerio no podría existir sin él y el feligrés reconoce que las cosas eran mucho mejor antes de que llegara este nuevo pastor. El orgullo multiplicado por sí mismo forma una fuerza devastadora que debilita las almas de los hombres. Todos hemos visto esto en vivo. Los hombres no actúan humildemente para reconocer deferencias especiales en casos necesarios. La Palabra de Dios muestra una vez más la verdad: "Por la soberbia sólo viene la contienda, mas con los que reciben consejos está la sabiduría" (Prov.13:10) ¿Ves luchas? Eso significa que está presente el orgullo en algún lugar. Nuestra gran necesidad es la sabiduría cuando vemos el rostro de la vanidad. ¿Acaso no promete Dios sabiduría a aquel que le solicita?

A la gente no le gusta ni admitir sus faltas, ni confesar que son pecadores. Yo soy culpable de ambos hechos. Pero entre más rápido reconozcamos lo que somos y lo confesemos, más rápido podremos lograr controlar nuestro orgullo.

La taxonomía de nuestro problema se ve así: premisa — todos los hombres son pecadores. Si profundizamos en nuestra investigación, concluiremos que los pecadores se subdividen en dos categorías mas: aquellos que admiten su pecado y aquellos que no lo admiten. Aquellos que admiten ser pecadores se dividen en dos categorías mas: aquellos que hacen algo por el problema y aquellos que no hacen nada. Son solo aquellos que honestamente hacen algo por las necesidades urgentes de sus almas ante los ojos de Dios que pueden mejorar en la lucha contra el pecado. Solo aquellos que humildemente confiesan su pecado y ven sus necesidades, son los que no son hipócritas. Pero éstos son especímenes raros en nuestro tiempo. Ellos profesan lo que es verdadero y viven de acuerdo a sus creencias. Confesan que son pecadores y le piden a Dios poder obtener Su gracia para triunfar en la lucha contra el pecado con Sus medios. Todas las otras personas llevan puestas máscaras de autoengaño.

Mírate a ti mismo. ¿Buscas saber y ocuparse todo sobre tu pecado, o lo escondes? Toma en cuenta estas palabras del libro de la sabiduría, "El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia" (Prov. 28:13). La gente se cuestiona porque no ve nada de la vitalidad espiritual en sus vidas. No debe cuestionarse. Frecuentemente la gente guarda escondido algún pecado que le gusta cuando en realidad debería huirlo al punto en que el pecado muera. La mortificación (el arte de matar el pecado) todavía es una idea bíblica. No hay pecados que sean secretos. Dios sabe todo. Esto tal vez te sorprenda, pero tú no puedes engañar un ser omnipresente. Él sabe que es lo que nosotros atesoramos en nuestros corazones y en nuestras mentes. Este hecho por sí solo debería hacernos más humildes, pues somos pecadores necesitados de Su gracia.

Tenemos que deshacernos del deseo que impulsa a nuestro orgullo o que impulsa el orgullo en los demás. Dile a tus hijos que tienes gozo cuando ellos muestran obediencia a las doctrinas de Dios. Dile a tus estudiantes que te dan gozo. Pastores, dígan a sus ovejas que está bien admitir que somos pecadores que necesitamos de la gracia. Entonces exhórtenlas a que busquen la misericordia de Cristo, que puede humillar y instruir nuestros arrogantes corazones. Es la manera del sabio. "Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría" (Prov. 11:2).

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