Thoughts for Young Men/Conclusion/es

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¿Son ciertas estas cosas?

Y ahora me apresuro hacia una conclusión. He dicho cosas que quizás a muchos no les ha gustado, y ni tampoco hayan aceptado; pero, si este es tu caso, apelo a tu conciencia, porque ¿acaso no son ciertas?

Joven, tú tienes una conciencia, como cada uno de nosotros. Está corrupta y arruinada por la caída. En un rincón de cada corazón hay un testigo de Dios, un testigo que nos condena cuando hacemos algo malo, y aprueba cuando hacemos algo bueno. A ese testigo apelo hoy, y le pregunto: ¿Acaso no son ciertas las cosas que he estado diciendo?

Vete ahora, joven, decidido desde este día a recordar a tu Creador en los días de tu juventud, antes de que el día de gracia pase, antes de que tu conciencia se haya endurecido por la edad, y muerto por haberla pisoteado tantas veces, mientras tienes fuerzas, tiem-po y oportunidades. Ve y únete al Señor en un pacto eternal que nunca será olvidado. El Espíritu no siempre contenderá contigo. La voz de la conciencia se irá debilitando año tras año mientras sigas acallándola. Los atenienses le dijeron a Pablo: “Ya te oiremos acer-ca de esto otra vez” (Hechos 17:32). Pero ya le habían oído por la ultima vez. Apresúrate, no te tardes. No titubees ni vaciles más.

Consuelo para otros

Piensa en el indescriptible consuelo que darás a tus padres, tus familiares, tus amigos, si sigues mis consejos. Han invertido tiempo, dinero y salud para criarte, y llegaras a ser lo que eres. Ciertamente ellos merecen ciertas consideraciones de tu parte. ¿Quién puede medir el gozo y la felicidad que puede ocasionar la gente joven en los que le rodean? ¿Quién puede medir la ansiedad y el dolor que causan los hijos como Esaú, y Hofni, Fineas y Absalón? Tuvo razón Salomón cuando dijo: “El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre” (Proverbios 10:1). ¡Por favor, considera todas estas cosas y dale a Dios tu corazón! Que no sea di-cho de ti al final, como se dice de muchos: “Tu juventud fue un error tras otro, tu madurez pura lucha, y tu vejez pura lamentación”.

Instrumento para bien

Piensa en el instrumento para bien que puedes ser en el mundo. Casi todos los santos eminentes de Dios buscaron al Señor en su juventud. Moisés, Samuel, David, Daniel, todos sirvieron a Dios desde su mocedad. Parece que Dios se deleita en honrar de modo especial a sus siervos jóvenes. ¿Qué podríamos esperar si los jóvenes en nuestros días se consagraran a Dios en la primavera de sus vidas? Se necesitan obreros en casi toda buena causa, pero no se hallan. Existe toda clase de recursos para esparcir la verdad, pero no hay manos para usarlos. Es más fácil adquirir dinero que obreros para hacer el bien. Se necesitan pastores para nuevas iglesias, se ne-cesitan misioneros para nuevos campos, se necesitan visitadores para vecindarios descuidados, se necesitan maestros para nuevas es-cuelas, muchas buenas causas están detenidas por falta de obreros. Escasean mucho los hombres consagrados, fieles, y dignos de confianza para ocupar puestos como estos que he mencionado.

Joven, Dios te necesita en su obra. Esta es una era especial de actividad. Nos estamos librando de nuestro pasado egoísmo. Los hombres ya no duermen el sueño de apatía e indiferencia hacia los demás, como sus padres lo hicieron. Empiezan a tener vergüenza de pensar como Caín: “¿Soy yo guardador de mi hermano?’. Ante ti se abre un amplio campo para ser útil, sólo falta que estés dispuesto a entrar en él. La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Sé fiel en realizar buenas obras. Ven a ayudar a tu Señor en su lucha contra el poderoso Satanás. Esto es, en cierto modo, imitar a Dios, no sólo ser bueno, sino hacer el bien (Salmo 119:68). Esta es la manera de seguir los pasos de tu Señor y Salvador: “Éste anduvo haciendo bien” (Hechos 10:38).

Esto es vivir como David; “porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, dur-mió” (Hechos 13:36). ¿Y quién puede dudar que este es el camino que más le conviene al alma inmortal? ¿A quien no le gustaría dejar este mundo como Josías, que fue lamentado por todos, en lugar de partir como Jeroboam, “sin que lo desearan más” ( 2 Crónicas 21:20 )? ¿Es mejor ser inútil, frívolo, estorbo inútil en la tierra, vivir para tu cuerpo, tu egoísmo, tus deseos, tu orgullo, o vivir dedica-do a la gloriosa causa de ser útil a tus semejantes? Ser como Wilberforce o el Señor Shaftesbury, una bendición a tu país y al mun-do; ser como Howard, el amigo de los prisioneros y cautivos; ser como Schwartz, el padre espiritual de cientos de almas inmortales en tierras ajenas o ser como aquel hombre de Dios, Roberto M’Cheyne, una luz refulgente, una epístola de Cristo, conocido y leído por todos los hombres, el vivificador de todo corazón cristiano que cruza tu camino. ¿Quién puede dudar la respuesta, ni siquiera por un instante?

Joven, considera tus responsabilidades. Piensa en la facultad y el privilegio de hacer el bien. Decide este día ser útil. Entrega en este mismo instante tu corazón a Cristo.

Felicidad para tu alma

Por ultimo, pienso en la felicidad que tendrás en tu propia alma si sirves a Dios, felicidad en el camino mientras viajas a través de la vida, y felicidad al final, cuando la jornada termine. Créeme, puedes haber oído lo contrario, pero puedes estar seguro de que hay una recompensa para los justos aun en este mundo. La santidad incluye una promesa para esta vida, al igual que para la venidera. Sen-tir que Dios es tu amigo te da una paz firme. Hay una satisfacción en saber que no importa lo indigno que seas, estás completo en Cris-to, que tienes una porción permanente, que has escogido aquella parte buena que no te será quitada.

“De sus caminos será hastiado el necio de corazón, pero el hombre de bien estará contento del suyo” (Proverbios 14:14). El cami-no del hombre mundano se entenebrece más y más cada año que vive. El camino del cristiano es una luz brillante que alumbra más y más hasta el fin. Su sol apenas está saliendo cuando el de los impíos se está poniendo para siempre. Todas sus mejores cosas están empezando a florecer para siempre, cuando al mundano se le están resbalando todas de las manos, desapareciendo para siempre. Jo-ven, todo esto es verdad. Acepta mis palabras de exhortación. Convéncete. Toma la cruz. Sigue a Cristo. Entrégate a Dios.

Preguntas de estudio

¿Son ciertas estas cosas?

1. ¿Cuál es el peligro de demorar en acudir al Señor en tu juventud? Consuelo para otros

2. ¿Cómo puedes ser un consuelo para tus padres?

Instrumentos para bien

3. ¿Y tú? ¿Te consideras útil en las manos del Señor o egoísta? ¿Cuál es la evidencia de esto? Felicidad para tu propia alma

4. ¿Cuáles son los dos lugares donde los justos pueden esperar recibir una recompensa?

5. ¿Y tú? ¿Cuál es tu propia respuesta a las exhortaciones finales del autor: “Convéncete; toma la cruz; entrégate a Dios”?

¿Y tú?

6. Opcional Si decidiste memorizar el Salmo 139 en la lección 4...
a. ¿Cuántos versículos has memorizado hasta ahora?
b. Por favor escríbelos de memoria lo mejor que puedas.

7. Por favor repasa todas las lecciones de Pensamientos para hombres jóvenes.
a. En general, ¿qué has aprendido de este estudio?
b. ¿Cómo ha cambiado tu comprensión de tus propias responsabilidades?
c. ¿Cómo será distinta tu vida?

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