The Deliberate Church/The Role of the Ordinances/es

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Introducción

A menudo como evangélicos la cosa que enfatizamos más acerca de las ordenanzas es que no son necesarias para la salvación. Mas allá de esto, a veces somos reservados en poner una perspectiva positiva del papel de las ordenanzas. Así pues, ¿Cuál es el lugar de las ordenanzas en la iglesia local, y como contribuye a su salud corporativa y santidad?

Bautismo

De acuerdo a la Biblia, el bautismo es fundamentalmente una señal física de una realidad espiritual. Mateo 28:18-20 indica que es para creyentes solamente, el paso inicial de obediencia en nuestra nueva vida de discipulado a Cristo. Romanos 6:1-4 es aun mas específico, indicando que el bautismo simboliza nuestra muerte y sepultura con Cristo como nuestra cabeza representativa, y nuestra resurrección espiritual con El de una tumba simbólica. Colosenses 2:11-13 indica aun mas específicamente que el bautismo es la representación física de la circunsición espiritual de nuestros corazones[1]. Como tal, funciona como una marca de identidad, inicialmente identificándonos como miembros del Nuevo Pacto –aquellos quienes han recibido un nuevo corazón de Dios (Ezeq. 36:26-27). En otras palabras, el bautismo nos identifica como miembros de la comunidad llamada el pueblo de Dios: la iglesia.

El bautismo, entonces, es la ordenanza que guarda la puerta principal de la iglesia local. Asegura, tan exteriormente es posible, que aquellos quienes se hacen miembros de nuestras iglesias realmente son miembros del Nuevo Pacto, completos con corazones nuevos. Requiriendo a cada miembro que bautizado como creyente, solo estamos pidiendo que sean obedientes en el primer mandamiento que Jesús da a Sus discípulos –que externamente se identifiquen como Su pueblo (Mat. 28:19) verificando así su discipulado a El. Esta es la principal manera que protegemos a la membresía regenerada de la iglesia. Esto es, siendo bautizado como creyente, cada nuevo miembro potencial esta estableciendo públicamente que su corazón ha sido circuncidado por el Espíritu, y que el ha sido crucificado, sepultado, y resucitado con Cristo. El esta testificando por sus propias acciones simbólicas que el se ha arrepentido genuinamente y a creído en el evangelio. Al hacer esto, el se identifica como uno cuyo corazón verdaderamente ha sido regenerado –una nueva creación en Cristo, y es por tanto un miembro del pueblo de Dios.

Si el bautismo funciona como guardián de la puerta principal de la iglesia local, entonces el bautismo infantil puede poner en realidad en peligro a la membresía regenerada de la iglesia y por tanto la pureza del testimonio corporativo de la iglesia en la comunidad. Por el diseño, los niños son naturalmente maleables para la instrucción y ejemplo de sus padres. Si los bautizamos prematuramente, entonces nos arriesgamos a afirmar una profesión que fue hecha simplemente para agradar a los padres creyentes o para ser aceptado por una subcultura cristiana, y por lo tanto perpetuamos un nominalismo (aunque sin querer)[2]. Esperar a bautizar a un joven hasta que haya alcanzado su mayoría, ayuda asegurar a no afirmar erróneamente una profesión falsa con la señal del bautismo[3].

Cuanto tenemos bautismos en nuestra iglesia, los ponemos al final del servicio matutino porque es ahí cuando el máximo numero de miembros y visitantes están presentes para observar. Primero introduzco a los candidatos a la congregación y luego les pido que den un breve (tres minutos) testimonio de cómo fueron convertidos y porque quieren ser bautizados como creyentes. Y luego les hago dos preguntas:

¿Esta haciendo profesión de arrepentimiento hacia Dios y de fe en el Señor Jesucristo?
¿Promete usted, por la gracia de Dios, seguirle para siempre en la comunión de su iglesia?

Después que respondan afirmativamente, el (los) candidato (s) y yo nos preparamos para entrar en el baptisterio mientras que la congregación canta un himno. Una vez que estamos dentro del agua, yo digo: “Juan, de acuerdo a su profesión de arrepentimiento hacia Dios y fe en el Señor Jesucristo, te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.”

GABINETE DE ESTRATEGIA
  1. ¿Cuál es el papel bíblico del bautismo? ¿Juega este papel en su iglesia? ¿Por qué si o porqué no?

La Cena del Señor

De acuerdo a Pablo en 1 Corintios 11:17-34, la Cena del Señor son varias cosas todas envueltas en una. Primero es una oportunidad de expresar la unidad de la iglesia (vv. 18-19, 33). Segundo, es por lo tanto, una comunidad del pueblo de Dios (vv. 20-21, 33). Tercero, es vista como una remembranza simbólica de la vida sin pecado de Cristo y la muerte expiatoria a nuestro favor (vv. 24-25). Cuarto, es vista como una proclamación de la muerte de Cristo, la resurrección y el regreso (v. 26). Y quinto, es una oportunidad programada del auto-examen (vv. 28-29). Tomando la Cena del Señor, pues, es una participación en la unidad de la comunión de la iglesia en remembranza de Jesucristo y la proclamación de la persona que salva y obra a través de los símbolos del pan y del vino.

En nuestra iglesia, comenzamos la observación de la Cena del Señor reflexionando en silencio en el Pacto de la Iglesia como un medio por el cual examinamos nuestros corazones. Luego renovamos nuestro pacto, poniéndonos de pie, leyendo juntos en voz alta, después de que distribuimos los elementos. Tomamos el pan individualmente para simbolizar nuestro discipulado individual a Cristo, y sostenemos la copa hasta que todo nos hayamos servido con el fin de tomarla juntos como un símbolo de nuestra unidad corporativa en Cristo.

Así como el bautismo guarda la puerta principal de la iglesia, la Cena del Señor pone al corriente la puerta trasera. La comunión es un símbolo de la unidad y la comunión de la iglesia. Los prerrequisitos para la participación en este símbolo son un continuo arrepentimiento y fe. Así pues, aquellos quienes no reúnen los prerrequisitos de la unidad con la iglesia deben ser excluidos de la participación en el símbolo de esa unidad. Aquellos que no dan evidencia o dan pruebas contrarias respecto al arrepentimiento genuino y a la fe deben ser excluidos de la Cena del Señor. Al prohibir a un miembro no arrepentido de la Mesa del Señor, lo estamos tratando como un intruso incrédulo. Esto es, le estamos prohibiendo del símbolo principal de la unidad y comunión de la iglesia, y por lo tanto estamos aclarando el límite entre la iglesia y el mundo[4]. La participación en la Cena del Señor aclara que una persona permanece en la iglesia y disfruta del privilegio de la membresía. La exclusión de la Cena del Señor clara que una persona ha perdido este privilegio y es llevado fuera de la membresía de la iglesia.

GABINETE DE ESTRATEGIA
  1. ¿Cuál es el papel bíblico de la Cena del Señor? ¿Juega este papel en su iglesia? ¿Porque, si o porque no?

Conclusión

Ambas ordenanzas, el bautismo y la Cena del Señor, sirve como una señal de identidad simbólica que aclara que personas son miembros de la iglesia. El bautismo es nuestro acto de obediencia inicial simbólico que nos identifica como discípulos, protegiendo a la membresía regenerada de la iglesia al entrar por la puerta principal de la iglesia. La participación de la Cena del Señor es un acto simbólico continuo de unidad y comunión en Cristo que nos identifica como aquellos quienes son miembros continuos de la iglesia en buena reputación. La exclusión de la Cena del Señor identifica a aquellos quienes no han dado evidencia o dan evidencia contraria en relación a su arrepentimiento y fe, y es llevado fuera de la membresía de la iglesia.

  1. La obra simbólica entre el bautismo físico y nuestra muerte espiritual y resurrección con Cristo en Romanos 6 y el paralelo entre el bautismo físico y la circunsición espiritual (no la circunsición física) en Colosenses 2:11-12 son las razones principales bíblicas que correlacionan el bautismo del Nuevo Testamento con la circunsición del Antiguo Testamento no contribuyendo para justificar al bautismo infantil.
  2. Esto es ciertamente no para negar la posibilidad de conversiones genuinas durante la niñez; ¡oramos por las conversiones tempranas! Es solo para cuestionar si adecuadamente podemos discernir o no, en un joven niño la clase de fruto que debemos ver con el fin de averiguar la sinceridad de la profesión cristiana.
  3. Ya que el bautismo y la membresía de la iglesia no son medios de gracia para salvación, reteniéndolos por un tiempo no podrá poner en peligro el alma de un niño. Aun en el caso raro donde la conciencia indemostrable de jóvenes creyentes pueden ser provocados para que piensen que son “desobedientes” al mandamiento de Cristo, entendemos la demora de ser un caso prudencial de esperar a verlos producir fruto que de evidencia del arrepentimiento en una contexto desasociado de las influencia de los padres.
  4. Esta acción comunica a cualquiera que los líderes de la iglesia no están en posición (debido a la inasistencia de un miembro) de observar un buen fruto que evidencia arrepentimiento, o que los líderes estén viendo un mal fruto que realmente contradice la profesión de fe de ese miembro y escandalice el testimonio corporativo de la iglesia.
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