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From Gospel Translations
Jeremías 32:36-41
Y con todo, ahora así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: “Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia,” 37 “He aquí que yo los reuniré de las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente. 38 y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios; 39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volverá atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.” 42 Porque así ha dicho Jehová: “Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo.”
¿Qué es Gracia Sustentadora?
Estamos celebrando 125 años de gracia sustentadora de Dios. ¿Qué es eso? ¿Qué es gracia sustentadora? Permítanme ponerlo en una rima de cuatro líneas:
No la gracia para vedar lo que no es alegría,
Ni huir de la angustia, más bien diría:
La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.
Enfatizo esto porque el celebrar una gracia que veta lo que no es dicha, y da un escape de toda angustia y no ordena nuestro dolor, sería bíblicamente falso y empíricamente irreal.
. . . En una Colisión Casi Fatal
Nuestra experiencia y la Biblia nos enseñan que la gracia no impide el dolor, sino que ordena, acomoda y mide nuestro dolor, y luego en la oscuridad está ahí para sustentar. Por ejemplo ayer, Bob Ricker, el presidente de la Conferencia General Bautista, habló de preciosos recordatorios de la gracia sustentadora de Dios. No hace ni diez años que la hija de Bob y de Dee estuvo en un accidente grave automovilístico. Ella está viva hoy día por una razón. En el carro detrás de ella estaba un doctor quien casualmente tenía un tubo de aire en su bolsa. Cuando llegó con ella ya se estaba poniendo azul. Él forzó el tubo dentro de su garganta y le salvó la vida. En su boda unos años después, Bob le dijo: esas cicatrices faciales con las que tienes que vivir – son recuerdos de la gracia sustentadora.
Pero Bob Ricker no es ingenuo. Él sabe que si Dios puede ordenar que en el carro de atrás haya un doctor, y que éste doctor tenga un aparato respiratorio en su bolsa, y que tenga la mente dispuesta para usarla en forma salvadora, entonces éste Dios es completamente capaz de impedir el accidente en primer lugar. De hecho, antes Bob había citado Efesios 1:11, "Habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad.” Y enfatizó: “Todas las cosas, significa todas las cosas”—incluyendo, supongo, las rutas de los carros y aviones y de las flechas y balas. Eso fue la inspiración para mi pequeño poema, “¿Qué es Gracia Sustentadora?”
No la gracia para vedar lo que no es alegría, Ni huir de la angustia, más bien diría: La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.
. . . Cuando el Carro se Descompone
El sábado, hace dos semanas, Noel y Abraham y Barnabas y Talitha viajaban a Georgia en el carro y se descompuso en un tramo solitario a casi una hora al sur de Indianápolis. El radiador estaba arruinado. Un campesino de más de sesenta años se detiene y les ofrece ayuda. Noel dice que ella supone que necesitan un motel y espera que el lunes por la mañana pueda haber un taller abierto para trabajar en el carro. El campesino dice, “¿Les gustaría quedarse conmigo y con mi esposa?” Noel vacila y no los quiere molestar. Él dice, “El Señor dijo que cuando servimos a otros, es como servirle a él.” Ella dice, “Bueno, ¿podríamos ir a la iglesia con usted en la mañana?” El dice, “Si pueden aceptar una iglesia Bautista.”
Así que ellos se quedan con el campesino, quien también es un mecánico de aviación, y diagnostica el problema, va al pueblo el lunes en la mañana, compra un radiador nuevo, regresa, lo instala sin costo, y manda a la familia en su camino. Mientras tanto Barnabas ha sacado su caña de pescar del carro y atrapa un bagre de diecinueve pulgadas—como el toque final.
El Dios que puede hacer que un campesino se detenga para ayudar a Noel y se encarga de que sea un Cristiano (¡incluso un Bautista!), y que él y su esposa tengan espacio para que la familia se quede, y que es un mecánico, y que encuentra el radiador a primera hora el lunes por la mañana, y que está dispuesto a tomar el tiempo, y que tiene un estanque con bagres—éste Dios es perfectamente capaz de evitar que el radiador explote en medio de Indiana.
. . . Cuando La Sanidad No Sucede
Pero en este mundo caído de futilidad eso no es todo lo que la gracia sustentadora hace.
No la gracia para vedar lo que no es alegría, Ni huir de la angustia, más bien diría: La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar, Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.
Uno de los jóvenes en nuestra iglesia está pasando por grandes problemas en este momento que están probando su fe casi al límite. Recientemente me dijo: sería más fácil si Jesús no hubiera sanado y en su lugar hubiera dado gracia para soportar la ausencia de la sanidad. Una de las cosas que le dije fue esto: Eso es exactamente lo que Jesús hizo—y por esa misma razón—en 2 de Corintios 12:9-10. La gracia de Dios manda que Pablo tenga un aguijón en la carne para bien de su humildad y después no lo quitará en respuesta a la oración. Sino que él dice,
Bástate mi gracia [sustentadora], porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
A lo que Pablo contesta,
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el amor. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
No la gracia para vedar lo que no es alegría,
Ni huir de la angustia, más bien diría:
La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.
. . . Cuando la Iglesia se Incendia
El Lunes, 16 de Marzo de 1885, cuando la Iglesia Bautista Belén tenía 14 años y estaba ubicada en la esquina de la Avenida 12 y Calle 6 (donde ahora se encuentra la Compañía Douglas), la iglesia se incendió. Se arruinó hasta no poderse reparar. Pero en esa oscuridad hubo una maravilla de la gracia de Dios. La parte del techo donde los bomberos se pararon fue la única parte que no se cayó. Y dentro de siete semanas la iglesia había comprado el edificio de la Segunda Iglesia de Congregación donde adoramos durante 106 años hasta que este edificio fue terminado en 1991.
Ahora, el Dios que puede guardar a los bomberos al sostener parte de un techo debilitado, y que puede proveer un edificio nuevo y mejor en siete semanas, pudo haber impedido el fuego en primer lugar.
Espero que este punto esté claro: Estamos celebrando la gracia sustentadora.
La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.
Dios no Siempre Retiene la Calamidad
Nuestro texto en Jeremías 32 es acerca de este tipo de gracia sustentadora, y tiene la clave de porque la Iglesia Bautista Belén está viva hoy día en la ciudad después de 125 años de pruebas. Jerusalén y el pueblo elegido de Dios están en oscuridad y angustia. Y es Dios quien lo ha dispuesto así. Vea el versículo 36: “Y con todo, ahora así dice JEHOVÁ Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: ‘Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia.’” Por eso es que dicen. Y es cierto. La gracia no les ha guardado de esta calamidad. Ni la gracia de Dios le guardará a usted de su calamidad señalada.
Pero lo que ellos Dios tiene la última palabra. Y es una palabra de gracia. Versículo 37: “He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguros." Así declara Dios que él ha mandado el problema y el dolor. “Yo los eché” a estas tierras extranjeras. Y él declara que él mismo los librará y los regresará a él y a su tierra. En otras palabras, la gracia soberana triunfará eventualmente sobre la calamidad.
¿Cómo Podemos Estar Seguros del Triunfo de la Gracia?
¿Cómo podemos estar seguros del triunfo de la gracia? Si Dios es un Dios de justicia que puede enviar a Israel a un exilio devastador donde muchos son perdidos por su pecado y desobediencia, entonces ¿cómo podemos tener la confianza que esto no le pasará ahora al pueblo escogido de Dios—la iglesia, la novia de Cristo, el Israel verdadero, usted y yo, que hemos sido llamados a la comunión de su Hijo? Es una cosa preguntar: ¿por qué ha prevalecido Belén durante 125 años? Pero una pregunta aun más urgente es: ¿cómo podemos estar seguros de que la gracia triunfará para Belén y en nuestras propias vidas en el futuro? ¿Cómo puede usted estar seguro de que la gracia le sostendrá hasta el final en la fe y santidad que lo trae salvo al cielo?
De eso se trata el resto de este texto. La respuesta es: la gracia para el pueblo elegido de Dios es gracia soberana. Es decir, la gracia sustentadora es gracia omnipotente. Es la gracia que vence todo obstáculo y conserva la fe y la santidad que nos llevan al hogar celestial. Esta es nuestra única confianza segura para el futuro. Usted y yo, en nuestro interior, somos absolutamente inconstantes e infieles. Si fuéramos dejados a nuestros propios poderes de perseverar, haríamos de nuestra fe un naufragio, es seguro. Es por esto que los santos han orado por siglos,
OH a la gracia cuan grande deudor
Diariamente estoy obligado a ser!
Que tu bondad como un grillete
Sujete mi errante corazón a ti:
Propenso a vagar, Dios lo siento,
Propenso a dejar al Dios que amo;
Aquí está mi corazón, OH, tómalo y séllalo;
Séllalo para tus atrios de arriba.
¿Es esa la forma en que los santos deberían orar? ¿Es esa la forma de orar por su futuro y por el de Belén? ¿Es esa una forma bíblica para orar? Haz tu bondad como un grillete—una cadena—que sujete mi errante corazón a ti. Sella mi corazón con un lazo irrompible para los atrios del cielo. En otras palabras: ¡Guárdame! ¡Consérvame! ¡Derrota toda rebelión que surja! ¡Vence toda duda insignificante! ¡Libera de toda tentación destructiva! ¡Anula todo encanto fatal! ¡Muestra toda decepción demoníaca! ¡Destruye todo argumento arrogante! ¡Fórmame! ¡Doblégame! ¡Sostenme! ¡Domíname! Haz lo que tengas que hacer para mantenerme confiando y teniendo temor de ti hasta que Jesús venga o nos llame. ¿Podemos—deberíamos—orar y cantar así?
La respuesta de este texto es sí. Esa clase de canto y oración está arraigada en la promesa del nuevo pacto de gracia soberana y sustentadora. Leámoslo. Tome en cuenta que: esta es una de varias promesas del Antiguo Testamento del nuevo pacto que Jesús dijo que él selló con su propia sangre para todos los que están en él. No es sólo para los Judíos, sino para los que son Judíos verdaderos en virtud de la unión con Jesús, la simiente de Abraham (Gálatas 3:7, 16). Jeremías 32:38-41 dice,
Y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios; 39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volverá atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.
Cuatro Promesas de la Gracia Soberana y Sustentadora
Observe cuatro promesas de gracia soberana, sustentadora.
1. Dios Será Nuestro Dios
Dios promete ser nuestro Dios. Versículo 38: “Y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios.” Todas las promesas para su pueblo se resumen en esta: “Yo seré vuestro Dios.” Esto es, Yo usaré todo lo que soy como Dios—toda mi sabiduría, todo mi poder, y todo mi amor—para asegurar que sigan siendo mi pueblo. Todo lo que soy como Dios, ejerceré por vuestro bien.
2. Dios Promete Cambiar Nuestros Corazones
Dios promete cambiar nuestros corazones y hacernos amarle y temerle. Versículo 39: “Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente . . . (v. 40b) Y pondré mi temor en el corazón de ellos.” En otras palabras, Dios no sólo se quedará viendo si nosotros, por nuestros propios poderes, le temamos; él nos dará soberana, suprema y misericordiosamente el corazón que necesitamos tener, y nos dará la fe y el temor de Dios que nos llevará al hogar celestial. Esto es gracia soberana y sustentadora. (Vea Deuteronomio 30:6; Ezequiel 11:19-20; 36:27.)
3. Dios Promete que No Nos Alejaremos de Él
Dios promete que él no se apartará de nosotros ni nosotros de él. Versículo 40: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volverá atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.” En otras palabras, el trabajo que hace en nuestro corazón es tan poderoso que él garantiza que no nos apartaremos de él. Esto es lo que es nuevo acerca del nuevo pacto: Dios promete realizar, en su poder, las condiciones que nosotros tenemos que cumplir. Tenemos que temerle y amarle y confiar en él. Y él dice, Yo me encargaré. Yo “pondré el temor a mí en sus corazones”—no para ver lo que harán con ello, sino en forma tal que “ellos no se apartarán de mí.” Esto es gracia soberana y sustentadora.
4. Dios Promete Hacer Esto con Vehemencia Infinita
Finalmente, Dios promete hacer esto con la más grande vehemencia imaginable. Él expresa esto en dos formas, una al principio y otra al final del versículo 41: “Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.” Él dice primero que ejecutará su gracia soberana y sostenedora con alegría: “Y me alegraré con ellos haciéndoles bien.” Después dice (al final del versículo 41) que él ejecutará su gracia soberana, sostenedora “con todo [su] corazón y con toda [su] alma.”
¿Qué tan Grande es el Deseo de Dios para Hacerle Bien?
Él se regocija en sostenerle y se regocija con todo su corazón y con todo su alma. Ahora le pregunto, no con alguna exageración de sermón o acierto teórico o con algún sentido de exageración en absoluto—le pregunto, le reto, ¿puede usted concebir una intensidad de deseo que es mayor que un deseo facultado por “todo el corazón y todo el alma de Dios”? Suponga que tomó todo el deseo por la comida y sexo y dinero y fama y poder y sentido y amigos y seguridad en los corazones y almas de todos los seres humanos en la tierra—digamos cerca de seis billones—y usted pone todo ese deseo, multiplicado por todos esos seis billones de corazones y almas, dentro de un contenedor. ¿Cómo se compararía al deseo de Dios para hacerle el bien implícito en las palabras, “contodo su corazón y con todo su alma”? Se compararía como un dedal con el Océano Pacífico. Porque el corazón y el alma de Dios son infinitos. Y los corazones y las almas del hombre son finitos. No existe mayor intensidad que la intensidad de “todo el corazón, y toda el alma de Dios.”
Y esa es la intensidad del gozo que él tiene en sostenerle a usted con gracia soberana: “Y me alegraré con ellos haciéndoles bien . . . con todo mi corazón y toda mi alma.” Algunos de ustedes pueden estar saboreando la dulzura de esta gracia por primera vez esta mañana. Esa es la obra del Espíritu Santo en su vida, y le insto a ceder a ella y a ser dominado por la gracia soberana y sostenedora.
Otros de ustedes han vivido en esta dulce convicción por décadas y simplemente se unen conmigo esta mañana en el regocijo sobre esta gloriosa realidad en nuestras vidas. Les invito a todos a cantar conmigo, a bendecir al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo por la gracia soberana y sustentadora que nos ha sostenido como una iglesia por 125 años y guardará a los escogidos de Dios en la fe hasta que Jesús venga o nos llame.
No la gracia para vedar lo que no es alegría,
Ni huir de la angustia, más bien diría:
La gracia que ordena nuestro problema y nuestro penar,
Y luego, en la oscuridad, está ahí para sustentar.
Bendigamos juntos al Señor con el himno #9, “Cantad Alabanza al Padre”—y cuando lleguemos al verso 3, deléitese conmigo en esta verdad que el Espíritu fortalece, y persuade, y subyuga, y sella y nos presenta sin mancha ante Dios.