Set Free by the Spirit of Life in Christ Jesus/es
From Gospel Translations
Romanos 8:1-4
Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
He dicho varias veces y desde hace muchos años que el único pecado que podemos derrotar es el pecado que ha sido perdonado. Permítanme repetirlo hoy con más cuidado: el único pecado que puedes derrotar en tu vida diaria, y además reemplazar con justicia es el pecado que ha sido perdonado por amor de Cristo. Lo digo con más cuidado porque sé que hay formas naturales de vencer los malos hábitos que no están para nada basadas en Cristo. Y cuando esos cambios ocurren en nuestra vida sin el perdón de Cristo, el resultado no es la justicia de Dios, sino autojusticia, justicia propia – que a los ojos de Dios no es justicia. Así que, otra vez repito muy cuidadosamente: el único pecado que puedes derrotar en la vida diaria, y además reemplazar por justicia, es pecado que ha sido perdonado por amor de Cristo.
La justificación debe preceder y capacitar para santificación
Este es el punto. El perdón de nuestros pecados a través de la fe en Cristo debe preceder y capacitar nuestra batalla contra el pecado en nuestra vida. O, para decirlo de otro modo, la declaración divina de que somos justos y perdonados en Cristo debe preceder y hacer posible nuestra transformación en personas exaltadoras de Cristo, amantes y sacrificiales. La declaración divina debe preceder la transformación humana. En otras palabras: la justificación debe preceder y promover la santificación. Estar bien con Dios es antes que hacer bien para Dios.
Para algunos de ustedes esto podría resultar molesto. Quizás digan, “Yo no vivo con estas cosas en la mente. No me ayudan en nada. Yo no pienso o actúo de esa manera. Eso suena muy teológico. Para mí nada es más irrelevante que la teología.” Bueno, probablemente esa es la manera como piensa la mayoría de la gente. Si eres alguien así, considera lo siguiente por un momento.
Imagínate que estás en juicio ante la Corte de Justicia por haber cometido una ofensa capital. Tu vida está en peligro. Ser culpable significaría la muerte, ser hallado inocente significaría libertad y vida. Supón que el juez te dice: ”Hay dos maneras para resolver esto. Puedo absolverte ahora mismo, decisiva e irrevocable, y liberarte para que puedas ir y vivir libre, gozoso y tener una hermosa vida que muestre que realmente no eres rebelde ni amante del crimen o de romper la ley, aunque lo hayas sido. O puedo posponer el juicio y el veredicto por algunos años, asignar un oficial que te vigile todo el tiempo, y dejarte salir para que pruebes ante la corte tu estilo de vida, después de esto realizar el juicio, y que el veredicto final dependa de si tu conducta fue o no fue satisfactoria.”
Ahora bien, ¿te resultaría molesta la diferencia entre estas opciones? En un caso eres libre de condenación, y con alegría recibes una vida que muestra la sabiduría y misericordia de tu Juez. En el otro caso tienes el juicio siempre pendiente sobre tu cabeza, y la base del futuro veredicto dependerá de tu conducta, si has vivido a la altura de lo que se espera. Hermanos y hermanas, esto no es molestia. Entender la diferencia –llámenlo teología, o calabacines, o verdad bíblica – es muy importante para nuestra vida.
Si no vives tu vida reflexionando en Dios y lo que Él ha hecho por ti, y lo que ha prometido ser para ti, necesitas cambiar. El libro de Romanos no se escribió para ser rechazado por intuitivas personalidades. Se escribió para ser entendido y aplicado en nuestra vida diaria para la gloria de Cristo.
Así que este es el punto de nuestro texto: ¿Cuál es la conexión entre Romanos 8:1 y Romanos 8:2? En Romanos 8:1 tenemos una declaración preciosa de justificación: "Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús." Cuando nos unimos a Cristo por medio de la fe en él, en el mismo instante que empieza nuestra vida cristiana, somos librados de la condenación. El veredicto es: no culpable, justo para gloria de Cristo. Todos los pecados son perdonados. Toda culpa es removida. Por causa de Cristo. Ese es el verso 1.
Pero el verso 2 es diferente. En el verso 2 no vemos justificación, sino santificación. El verso 1 es unadeclaración de no condenación. El verso 2 es una descripción de transformación práctica. "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte." Veamos 3 observaciones acerca de este verso antes de tratar la enorme e importante conexión y su relación con el verso 1.
Ley del pecado y de la muerte: principio y poder que conduce a pecado y si no se detiene, a muerte
Primero, ¿a qué se refiere la “ley del pecado y la muerte”? "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado dela ley del pecado y de la muerte." La respuesta es dada en 7:22-23 donde utiliza una frase similar, “Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros." En el verso 23 tenemos la frase “la ley del pecado”. Pienso que es la misma frase “la ley del pecado y de la muerte” en Romanos 8:2, y la razón porque se añaden las palabras “de la muerte” es porque “la ley del pecado” conduce a la muerte, a menos que nos levantemos en armas contra ella y luchemos con fe en el poder del Espíritu Santo.
Entonces, ¿qué significa esta “ley del pecado”? El verso 23 dice que está “en mis miembros”. En otras palabras es un poder, un impulso o principio que trabaja en mi cuerpo para ponerme en guerra conmigo mismo y arrastrarme a la maldad. Virtualmente es lo que Pablo llama “el pecado que habita en mí” en 7:17 y 20.
Ley del Espíritu de vida: principio y poder que conduce a vida
Segundo, observen que la victoria sobre este impulso, principio, o poder de pecado – esta “ley del pecado y de la muerte” – es otorgada por “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.” "la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte." El grado o la medida de victoria que recibimos sobre el pecado en nuestras vidas no se debe a esfuerzos propios. Se debe a la obra del Espíritu de Dios en nosotros (cf. 6:14, 17, 18, 22).
Pienso que la palabra “ley” en esta frase (“ley del Espíritu de vida”) tiene el mismo significado que la palabra “ley” en la frase “ley del pecado y de la muerte.” “Ley” significa poder, principio, impulso o autoridad. El pecado obra de cierta manera con poder y autoridad para conducir a la muerte, y a eso se le llama “ley del pecado y de la muerte”. Y el Espíritu de Dios obra de cierta manera con poder y autoridad para conducir a la vida, y a eso se le llama “la ley del Espíritu de vida.”
Si estás “en Cristo,” el “Espíritu de vida” obra en Ti
Tercero, tenemos este Espíritu obrando en nosotros porque estamos “en Cristo”. En otras palabras, cada Cristiano tiene el Espíritu de vida trabajando en él. "La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte." Si estás “en Cristo Jesús” tienes el Espíritu de vida obrando en ti. Y cada cristiano está “en Cristo Jesús.” Esto es lo que significa ser cristiano: unidos a Cristo por fe en todo lo que Dios es para nosotros en Jesús.
Puedes ver esto implícito en Romanos 8:9. "Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él." Cualquiera que no tenga el Espíritu de Cristo, no pertenece a él. No somos cristianos si no tenemos el Espíritu de Cristo obrando en nosotros.
Si unidos a Cristo, tenemos perdón de pecados y poder sobre el pecado
Podemos decir dos cosas sobre estar “en Cristo” según los versos 1 y 2: Verso 1: " Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús." Verso 2: " Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte." Lo primero que podemos decir es que estar unidos a Cristo por fe nos otorga su perdón y justicia, de modo que no hay condenación. Lo segundo que podemos decir es que estar unidos a Cristo por fe nos da su poder y autoridad sobre el pecado, de modo que la ley del pecado y la muerte puede ser derrotada. En Cristo tenemos perdón de pecados y poder sobre nuestros pecados.
Esto nos regresa al inicio y a la pregunta crucial sobre cómo se relacionan justificación y santificación entre sí. Al principio señalé: el único pecado que puedes vencer en tu vida es el pecado que ha sido perdonado. Acabamos de estudiar que el poder para vencerlo y el perdón para olvidarlo se halla “en Cristo Jesús.” Ambos son otorgados libremente en Cristo Jesús. Todos los cristianos poseemos ambos.
Prioridad necesaria de perdón antes que de poder
Y lo que quiero discutir es que hay un orden necesario aquí. Hay prioridad necesaria de perdón antes que de poder. Hay prioridad necesaria de justificación antes que de santificación. Para obtener victoria sobre pecados particulares, debes estar gozosamente confiado en que tus pecados han sido perdonados. La confianza de “no condenación” debe preceder y capacitar para la guerra radical de transformación. Y quiero decir “guerra radical” en vez de pereza o salvación fácil. Porque en el verso 13 dice, "si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." La “ ley del Espíritu de vida” te capacita para hacer guerra contra pecados ya perdonados, y matarlos.
Veamos ahora por qué estoy tan convencido de este orden: justificación (perdón) primero, y santificación (poder) segundo. Y por qué es tan crucial para tu vida.
Observen el vínculo entre Romanos 8:1 donde dice no hay condenación, con Romanos 8:2 donde habla de liberación capacitada por el Espíritu. Los versos están conectados por la palabra “porque.” "Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte." Hay dos posibles explicaciones para esta palabra “porque”: puede significar que la santificación práctica y liberación del pecado son la base de mi justificación. De modo que primero debo vencer mi pecado en el poder del Espíritu para luego poder ser justificado. Esto es lo opuesto a lo que he argumentado. O puede significar que la santificación práctica y liberación del pecado son la evidencia de mi justificación. Primero soy justificado (perdonado, excusado), y luego doy evidencia de esta realidad al vivirla en la práctica.
Usamos la palabra “porque” de dos maneras. Decimos, “Estoy muy hambrientoporque mi estómago esta revuelto. Y decimos, “Estoy muy hambriento porque no desayuné. El estómago revuelto es evidencia de que estoy hambriento, no la base o causa de mi hambruna. Pero no haber desayunado sí es base y causa de mi hambre. Usamos la palabra “porque” en ambos sentidos. De igual manera los escritores de la biblia.
¿Cuál es el significado en Romanos 8:2? ¿Es la victoria del Espíritu sobre mi pecado la causa primera, la base para haber sido librado de la condenación? ¿O es la evidencia de haber sido librado de la condenación?
Mi argumento es que la palabra “porque” en el verso 2 significa evidencia, y no fundamento o causa. La justificación (verso 1) es el fundamento para la transformación (verso 2) no lo opuesto. Les daré una razón del contexto inmediato para que lo vean así, y del capítulo 7 Y podríamos encontrar muchas más.
Observen el “porque” al principio del verso 3. Nos dice que Dios envió a su Hijo como Hombre para que Dios condenara nuestros pecados en la muerte de su Hijo en lugar de condenar a nosotros. Verso 3b: "condenó al pecado en la carne." En otras palabras, el fundamento de nuestra libertad de la condenación es la obra de Dios por nosotros en la cruz, y es la base en el verso 2. "El Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte, porque Dios condenó el pecado en la muerte de su Hijo." Así que el logro de nuestra libertad de la condenación no es resultado de nuestro triunfo sobre el pecado a través del Espíritu (verso 2), sino elfundamento de nuestro triunfo sobre el pecado a través del Espíritu. Por lo tanto, nuestra liberación y transformación esta precedida y respaldada por la libertad de condenación. No al revés. Esto significa que el verso 2 (nuestra liberación del pecado) es la evidencia, no la base o la causa, de nuestra condición justificada sin condenación del verso 1. Esta es mi primera razón.
La segunda razón se halla en Romanos 7:4 y 6. Para ganar tiempo sólo busquen el verso 6. Vemos cómo nuestra libertad de la maldición y condenación de la ley precede y fundamenta nuestra transformación práctica diaria en el servicio a Dios. Verso 6:
"Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba [aquí esta la remisión decisiva de la culpa, maldición y condenación que debimos cargar bajo la ley (Mosaica, cf. 7:1-5); pero hemos sido librados de ello, porque Cristo murió en nuestro lugar y se hizo maldición por nosotros, Gálatas 3:13], de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra."
Esto es exactamente lo que dice Romanos 8:2. El Espíritu ahora nos da capacidad para servir a Dios de manera nueva, libre y gozosa. Y esto es resultado de haber sido librados de la condenación de la ley (noten la frase “de modo que” en 7:6b – “libres de la ley, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu”).
En conclusion, la libertad de condenación que se habla en Romanos 8:1 es causa y fundamento de nuestra liberación por el Espíritu en Romanos 8:2. Pablo se refiere a la obra liberadora del Espíritu en nuestras vidas como laevidencia de que realmente estamos sin condenación. “Por consiguiente, no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, porque (¡observen!) ¡el Espíritu obra en ellos para darles la victoria sobre el pecado!”
La diferencia que representa
Todo esto, amados hermanos y hermanas – y a los que todavía no se han convertido – no es una molestia...
- Es la diferencia entre luchar atemorizados para ser justificados y luchar confiadamente porque ya hemos sido justificados.
- Es la diferencia entre el juicio de la corte celestial detrás tuyo con el veredicto irrevocable de no culpable, y el juicio pendiente frente a ti con un veredicto sujeto a tu comportamiento.
- Es la diferencia entre la libertad de la confianza y la esclavitud del miedo.
- Es la diferencia entre dar a Cristo gloria por partida doble por ser nuestra justicia y por obrar justicia en nosotros, o darle gloria únicamente por ayudarnos a alcanzar nuestra propia justicia.
Oh hermanos y hermanas, oren para que no vean o sientan esto como una molestia. Esta verdad es la confirmación del evangelio, es la libertad que preserva, que limpia la conciencia, que exalta a Cristo y que el diablo no quiere que entiendas ni disfrutes. Por lo tanto, renuncia a él y a todos sus caminos y echa mano de tu libertad, que es libertad verdadera. Y pelea contra tu pecado como un vencedor, no como víctima.