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Hace un año empecé a leer la Biblia completa. Eso no es nada nuevo; he empezado a leer toda la Biblia uno que otro año por casi 28 años-énfasis en “empezado”. Pero con las mejores intenciones, nunca pude terminar mi programa anual de lectura de las Escrituras hasta este año. Hace unos meses, cerré mi Biblia con un sentimiento de inmensa satisfacción: Finalmente la había leído completa, todos los 66 libros, toda en un año. Esta vez verdaderamente puedo decir que nunca me arrastré obedientemente hacia los siguientes capítulos. Lo amé y me jaló día tras día. ¿Qué hizo este intento diferente? Estoy segura que el Espíritu de Dios proveyó ésta inspiración, porque yo era la misma Cristiana tambaleante que siempre he sido. Pero si decidí tomar un acercamiento más creativo a mí “camino a través de la Palabra”. No empecé en enero. Simplemente dejé que el Espíritu me empujara al “en cualquier momento”. Yo empecé en julio. Empecé en Oseas y leí hasta el final del Antiguo Testamento. Yo sabía lo que había sucedido con mis esfuerzos anteriores cuando había empezado más bien literalmente, “en el principio”. Yo también sabía que había partes de los profetas menores en los que nunca había puesto los ojos. Hay algo intrigante acerca del territorio desconocido. No traté de leer los libros en secuencia. Después de Levítico, estaba lista para algo de aventura en Hechos. Complete un libro antes de empezar otro, excepto por Salmos y Proverbios en trozos dispersos cuando quería. Me sentí libre de hojear secciones repetitivas (como genealogías y censos). Pero hojee con suficiente cuidado para percibir cualquier información inusual que se pudiera haber atorado ahí sin esperarlo. No dividí la Biblia en 365 segmentos iguales. Suficiente para el día era la cantidad para la que podía hacer tiempo. He descubierto que cuando usaba guías de lectura diarias nada mataba más mi incentiva como el fallar un par de días y sentirme bajo presión para “ponerme al día”. Mantuve mi Biblia a la mano. Comúnmente la colocaba en mi bolsa si pensaba que iba a tener tiempo para leerla mientras estaba fuera. En mi casa, la Biblia pertenecía al mostrador de la cocina, abierta en el lugar correcto. Muchas veces me alejo de lavar los trastes y hacía mi cómoda silla. Comúnmente llevaba solamente la Biblia como material de lectura. Esto ha sido real para tiempos tan cortos como una espera de 10 minutos en el consultorio del doctor y tan largos como una semana de vacaciones. Un adicto a la lectura no necesita estímulos para tomar algo, lo que sea, para leer. Y cuando sólo hay un libro a la mano, la opción es clara. ¿Y quién la puede resistir? Todo eso ayudó, pero he aquí la diferencia más importante de los otros esfuerzos de leer toda la Biblia. Esta vez, me convertí en una cazadora, y mi resaltador azul fue mi arma. La presa eran los atributos de Dios. Me propuse subrayar todo lo que la Biblia dice de Dios (¡no quería fijar mi vista muy estrechamente!). Hice líneas azules en todos los nombres de Dios, visiones acerca de él, lo que le gusta y disgusta, cómo reacciona a la fidelidad y al pecado. Apenas iba en mi tercer resaltador cuando termine. Esta “cacería de Dios” fue irresistible para mí. Me jaló como un imán. Y una vez que estuve en las páginas, mi mente seguía en movimiento-ya no más dormitar y despertar dos capítulos después. Las hojas en blanco al principio y final de mi Biblia están llenas con estas listas. Mientras iba leyendo, me di cuenta que no quería perder lo que estaba encontrando acerca de Dios. Hice listas de los nombres de Dios (encontré cerca de 200 nombres, frases y variaciones que se referían a él). Hay también una lista de imágenes utilizadas para describir a Dios (pastor, alfarero, águila, labrador, esposo, nodriza…). Otra lista es de referencias para pasajes tan hermosos que sabía que iba querer volver a encontrarlos otra vez. Utilice mis “hallazgos” para enfocar mis pensamientos en Dios. De mi lectura diaria, podía escoger un nombre o una descripción de Dios y pensar de él en esos términos todo el día. Por ejemplo, en una tarde de vacaciones cuando mis cuatro hijos habían estado un día de más, me ayudó pensar en Dios como una Roca que no puede ser movida. O cuando no teníamos clara la visión sobre una decisión que debíamos tomar, sabíamos que Dios es nuestra Luz y nuestra Salvación. ¿Este año? Recientemente compré una Biblia con portada de papel económica y un resaltador rosa nuevo. Este año pienso cazar la presencia de Dios—todas las veces y circunstancias cuando promete que va a estar con nosotros, que no nos va a dejar.

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