How Can I Change?/Where it All Begins/es
From Gospel Translations
No hace muchos años comenzó a circular el rumor de que una popular estrella de rock había “nacido de nuevo.” La reacción de la comunidad cristiana fue, como era de esperar, de mucho entusiasmo. Pero cuando se enteró de su supuesta conversión, la estrella de rock pronto puso fin al rumor: “Se informó que yo nací de nuevo. Eso no es verdad. Lo que dije fue que me había metido a la porno de nuevo.”
Unas pocas letras pueden hacer toda una diferencia.
A veces me hago escéptico cuando oigo vagos informes de que se han convertido figuras públicas. Aunque el individuo admita haber tomado la decisión de seguir a Cristo, su vida quizás no refleje el cambio correspondiente. Quizás no haya evidencia de un arrepentimiento, ni ninguna participación en una iglesia local. A medida que los ciudadanos ordinarios observan dichas aparentes contradicciones, concluyen incorrectamente que esto es lo que quiere decir nacer de nuevo.
Charles Colson es una notable excepción al patrón. Un anterior abogado y asistente presidencial en la administración del presidente Nixon, Colson fue condenado y encarcelado por su parte en el escándalo de Watergate. Pareció sospechoso cuando, durante ese tiempo, dijo haber entregado su vida a Cristo. Pero esa no era una trama para reducir su sentencia. La conversión de Colson fue genuina, según dejaba ver su nuevo estilo de vida. Su libro, Nacido de Nuevo, ofrece un elocuente y poderoso relato de su auténtico encuentro con el evangelio.
Aunque la frase “nacido de nuevo” se usa comúnmente en la cultura de hoy, sus implicaciones teológicas han sido oscurecidas. Por ejemplo, cuando el boxeador George Foreman, que se había retirado, volvió al boxeo, los locutores deportivos dijeron que su carrera había “nacido de nuevo”. A los políticos que experimentan un retraso y luego vuelven a recuperar la popularidad a veces se les llama nacidos de nuevo. Y muchas personas piensan de los cristianos nacidos de nuevo como un hiperactivo grupo marginal dentro de la iglesia, sin darse cuenta de que el nuevo nacimiento ¡es un prerrequisito bíblico para siquiera ser parte de la iglesia!
- Thomas Adams
Hasta el cristiano maduro puede faltar en comprender esta crítica frase. Pero si alguna vez esperamos cambiar como Dios lo quiere, debemos comenzar con experimentar y entender lo que es la regeneración-el nuevo nacimiento. Aquí es donde comienza el proceso entero de la santificación.
(La respuesta está cabeza abajo en la parte inferior de la página)
❏Tomar una decisión de comenzar a vivir una vida mejor
❏Renovar un compromiso con Cristo ya perdido desde hace mucho tiempo
❏Pedir a Dios que te perdone tus pecados y que viva en tu corazón
❏Decir a todos tus antiguos amigos que se van a ir al infierno
❏Ninguno de los anterioresLa Educación de un Fariseo
La frase “nacido de nuevo” no se originó con el presidente Jimmy Carter. Se originó con Jesucristo. Descubramos dónde la introdujo y cómo quiso que se entendiera mientras escuchamos a escondidas una conversación capaz de doblar el cerebro en el tercer capítulo de Juan.
Nicodemo era fariseo y miembro del concilio judío, el Sanedrín. Era muy respetado en Jerusalén como teólogo y maestro de la ley. En vista de su posición y prestigio, es sorprendente que Nicodemo hiciera una visita privada a Jesús. Después de todo, Jesús carecía de la preparación formal que Nicodemo y sus compañeros tanto valoraban. Además, este conservador rabí acababa de alborotar el templo al insinuar que tenía autoridad única de parte de Dios (Jn 2:13-22). Pero Nicodemo se sintió intrigado por la enseñanza de Jesús, y no podía negar ni rechazar los milagros que sucedían. Así que, con cierto grado de humildad, el prominente religioso privilegiado dijo al carpintero sin preparación académica de Galilea:
Rabí, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él (Jn 3:2).
Una cosa se podría decir a favor de los fariseos - es que sabían la importancia de la etiqueta. Al dirigirse a Jesús como “Rabí”, Nicodemo expresó respeto por su posición como maestro y demostró disposición para aprender. Pero su próxima frase fue una de las que pronto se arrepentiría: “Rabí, sabemos...”.
No era la manera recomendada para comenzar una conversación con el Hijo de Dios.
Jesús pudo haber confrontado a Nicodemo por su arrogante actitud y pudo haber terminado ahí mismo la conversación. En vez de eso, decidió ayudar a Nicodemo a ver cuán limitado en realidad era su conocimiento. ¿Su método? Un rápido juego de Jeopardy (Peligro) bíblico. Categoría: Regeneración, por $200.
— Sinclair Ferguson
“De veras te aseguro”, le contestó Jesús, “que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (vs. 3).
La declaración del Señor dejó perplejo a Nicodemo. Él preguntó “¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo?” Nicodemo no podía comprender lo que Jesús quería decir, ni tampoco estaba acostumbrado a que se dirigieran a él de esta manera. Típicamente le tocaba a él dar las respuestas, no buscarlas a tientas. Pueda que haya estado en el templo cuando Jesús, a los doce años de edad, maravilló a los sacerdotes con sus preguntas. Pero Jesús ya no era un adolescente.
“Yo te aseguro”, continuó Jesús, “que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios...no te sorprendas de que te haya dicho: ‘Tienen que nacer de nuevo’” (vs. 5,7).
Pero Nicodemo se sorprendió. De hecho, se escandalizó.
“¿Cómo es posible que esto suceda?” preguntó.
En este momento Nicodemo necesitaba dos aspirinas. Para añadir a su dificultad tenía un sentido de humillación, especialmente cuando Jesús dijo, “Te digo con seguridad y verdad que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿entonces cómo van a creer si les hablo de las celestiales?” (vs. 11-12).
— Richard Baxter
Es fácil mirar con desprecio al humillado erudito, pero sometámonos al mismo examen: ¿Comprendemos lo que Jesús decía sobre nacer de nuevo? ¿Nos sorprendemos ante las declaraciones de Jesús? A menos que hayamos llegado al lugar donde, como Nicodemo, preguntamos, “¿Cómo es posible que esto suceda?”, no es probable que hayamos comprendido totalmente el misterio y el milagro de la regeneración.
Nada Que Contribuir
Tienen
que
nacer
de
nuevoLo que Jesús intencionalmente omitió fue toda sugerencia de que Nicodemo tenía personalmente toda la responsabilidad de nacer de nuevo. De hecho, dijo todo lo opuesto: “Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu” (Jn 3:6).
No es difícil ver por qué a Nicodemo le parecieran tan confusos los comentarios de Jesús. Habiendo entendido e interpretado incorrectamente la ley, los fariseos buscaban establecer su propia justicia ante Dios. Nicodemo habrá supuesto que nacer de nuevo (cualquiera que sea el significado) tenía que ver con algún esfuerzo o contribución de su parte. La mayoría de nosotros supondríamos lo mismo. Y es exactamente esa suposición lo que Jesús ponía en duda.
“Tienen que nacer de nuevo” no es un mandamiento para creer en Cristo; es una declaración que clarifica lo que Él debe hacer en nosotros.
“La regeneración es un cambio que Dios hace en nosotros”, escribe C. Samuel Storms, “no un acto autónomo que nosotros desempeñamos por nuestra propia cuenta”.[4]
Pausa por un momento para considerar las asombrosas implicaciones de las palabras de Cristo:
■Aunque absolutamente esencial para la vida cristiana, la regeneración no se puede lograr con el esfuerzo humano.
■Dios es el único autor del nuevo nacimiento; no es un esfuerzo cooperativo.
■La regeneración es una experiencia que debemos tener pero que sólo Dios puede dar.
No es por falta de inteligencia que Nicodemo encontró las palabras del Señor tan confusas; es porque exigían un cambio de paradigma en su modo de pensar. Le revelaron cuán indefenso era y cuánto dependía de la misericordia del Señor.
Antes de seguir, permíteme clarificar un punto. No estoy disminuyendo la importancia del arrepentimiento y la fe. Estas deben caracterizar nuestra respuesta a la regeneración, y son esenciales para la conversión y para nuestra continua santificación. Pero desde mi perspectiva son el resultado del nuevo nacimiento, no la causa. El teólogo A.A. Hodge nos advierte que mantengamos la perspectiva de la Escritura: “Haga lo que haga el hombre después de la regeneración, la primera resurrección de los muertos debe originarse en Dios”.[5]
—Charles H. Spurgeon
Considera esto con cuidado. Aprecia la radical transformación que se exige, y cuán incapaz e impotente eres para producirla. La regeneración es la distintiva obra de Dios solamente. Como dice J.I. Packer, “No es un cambio que el hombre hace algo para efectuar, tal como los infantes no hacen nada para inducir, ni contribuir, a su propia procreación y nacimiento”.[7]No nacemos “por voluntad humana, sino que...de Dios” escribió Juan (Jn 1:13).
Una nueva, justa naturaleza ha sido impartida, de la que Dios es el único autor. Además, tenemos la seguridad de que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Fil 1:6). ¡Eso debería producir verdadero regocijo!
Ya no necesitamos preguntarnos si nuestra voluntad y autodisciplina son suficientes. No lo son. Ser conformados a la imagen de Cristo no depende de nuestra habilidad. Más bien, podemos confiar respecto a nuestro crecimiento en santidad gracias a la obra definitiva de Dios. Él ha puesto dentro de nosotros una nueva disposición, una pasión por la justicia. “Esto”, dice J. Rodman Williams, “es el milagro más grande que cualquier persona puede experimentar”.[8]
Que Haya Vida
¿Qué es lo que en realidad ocurre cuando uno nace de nuevo?
J.I. Packer dice que la palabra regeneración “denota un nuevo comienzo de vida. . . habla de una renovación creativa efectuada por el poder de Dios”.[9] Cuando Dios te regeneró a ti, te llamó a ser algo que no existía anteriormente. La Biblia lo describe de esta manera: “Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo” (2Co 4:6). El paralelo aquí entre nuestra regeneración y la creación es intencional. Nuestra regeneración no fue un acto menos creativo de Dios. El mismo Dios que dijo: “Que haya luz” un día nos habló a nosotros y dijo, “Que haya vida”. ¡Y hubo vida!
El nuevo nacimiento también se puede ver como una resurrección. Aunque estábamos muertos en pecado y éramos incapaces de alterar esta condición, ahora hemos sido hechos vivos a Dios por la regeneradora obra del Espíritu Santo. El teólogo R.C. Sproul explica esto en mayor detalle:
El Espíritu vuelve a crear el corazón humano, reviviéndolo de la muerte espiritual a la vida espiritual. Las personas regeneradas son nuevas creaciones. Mientras que anteriormente no tenían disposición, inclinación, ni deseo de las cosas de Dios, ahora están dispuestas e inclinadas hacia Dios. En la regeneración, Dios siembra un deseo de sí mismo en el corazón humano que de otra manera no estaría ahí.[10]
“Un hombre muerto no puede ayudar en su propia resurrección”, observa W.G.T. Shedd.[11] Si no hubiera sido por la obra de gracia del Espíritu Santo, quien nos dio una nueva vida completa con una nueva naturaleza y un nuevo deseo de agradar, servir, obedecer, y glorificar a Dios, todavía estaríamos espiritualmente muertos y seríamos hostiles hacia Dios.
La regeneración se distingue de las otras facetas de nuestra salvación. Por ejemplo, aunque la justificación altera nuestra posición legal ante Dios (o sea, somos declarados justos en vez de culpables), la regeneración transforma nuestra naturaleza fundamental. Este cambio interno es tan radical y extenso que ahora se nos describe como nuevas creaciones. La imagen de Dios que se corrompió en la caída del hombre se vuelve a crear a través del nuevo nacimiento y es progresivamente renovada a través de la santificación. Pero a diferencia de la santificación, la regeneración no es un proceso. No toma lugar gradualmente ni por grados. Es una obra soberana e instantánea de Dios en nuestra vida.
— Charles H. Spurgeon
Por favor no me mal entiendas. No todos son regenerados con todas las dramáticas experiencias que tuvo Pablo. Aquí estaba un hombre que fue sobrenaturalmente cegado por tres días y a quién se le habló audiblemente desde el cielo. Pero Pablo no fue la única persona que nació de nuevo en el libro de los Hechos. Cuando Lidia oyó el evangelio en una reunión de oración para mujeres, “el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo” (Hch 16:14). Eso fue lo único. Los ojos de Pablo fueron temporalmente cegados, y el corazón de Lidia fue tranquilamente abierto. Diferentes experiencias, pero el resultado fue exactamente el mismo.
Con frecuencia somos tentados a medir la autenticidad de una conversión por las experiencias que la acompañan. A todos les gusta oír a un líder de pandilla o vendedor de drogas cuya vida es dramáticamente cambiada. Pero supongamos que tú eres una Lidia. Simplemente ibas conduciendo el automóvil un día, escuchando una cinta que alguien te había prestado, y sin nadie como testigo Dios suavemente te abrió el corazón. No oíste ninguna voz, el auto no se salió de la carretera. Nada dramático. Pero al llegar al trabajo sabías, aunque no lo pudieras explicar, que algo significante había sucedido. Eras diferente. Habías nacido de nuevo.
Yo he tenido el privilegio de visitar el lugar en Inglaterra donde John Wesley nació de nuevo. Considera este sencillo relato de ese momento: “Sentí el corazón extrañamente tibio dentro de mí”. No lo que uno describiría como una experiencia explosiva, pero la validez y el impacto de la regeneración de Wesley no se puede negar.
Ya sea discreto o dramático, cada nuevo nacimiento tiene esto en común: su autoría ha sido exclusiva y totalmente de Dios. La trama y los personajes son únicos, pero la historia es siempre la misma. Somos nuevas creaciones. Lo viejo ha pasado, lo nuevo ha llegado.
Una Resolución Inútil
No es sólo en su evangelio que encontramos a Juan incluyendo notables declaraciones sobre la regeneración. Terminemos examinando estas asombrosas palabras:
Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. (1Jn 3.9)
¿Alguna vez has leído este versículo y te has sentido confuso? No es posible que pueda querer decir lo que dice...¿no? Pocas personas pueden existir siquiera una hora o dos sin pecar de un modo u otro. Quizás el verdadero significado del versículo se perdió en la traducción. Por otro lado, nos preocupamos, ¿y qué si está correcto? Esa no parece ser mi experiencia...¿eso quiere decir que no he “nacido de Dios”?
Juan no está sugiriendo que los verdaderos cristianos son incapaces de pecar. Eso es evidente en el primer capítulo de la misma epístola, donde escribió, “Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad” (1Jn 1:8). No-el pecado todavía está muy presente, y aunque su dominio en nuestra vida ha sido destruido, podemos rendirnos ante su influencia en cualquier momento. Pero al escribir que el que nace de Dios “no puede practicar el pecado”, Juan demuestra que la regeneración nos ha hecho incapaces de seguir pecando.
El significado de Juan en este pasaje, según Anthony Hoekema, es que el cristiano “no sigue practicando y gozándose en el pecado, con total abandono...no es capaz de seguir pecando con gozo, de seguir viviendo en pecado”.[13] John R.W. Stott lo resume más sencillamente: “El creyente puede caer en pecado, pero no caminará en él”.[14]
¿Ves la diferencia?
— J. Rodman Williams
Supongamos que yo fuera lo suficientemente necio como para probar la aserción de Juan al tomar esta resolución personal: “En los próximos seis meses trataré de desarrollar un estilo de vida pecaminoso”. Esto obviamente no es algo que yo desearía ni recomendaría. Sin embargo, no creo que podría llevar a cabo tal resolución. ¿Por qué? Porque he nacido de Dios. Ahora tengo un nuevo corazón, una nueva vida, y una nueva inclinación a buscar la santidad y agradar a Dios. Aunque todavía cometo pecados, por su poder de regeneración soy incapaz de dedicarme al pecado o de seguir en él. Jamás volveré a poder gozar del pecado como un estilo de vida. Sólo un hecho divino pudo haber logrado un cambio semejante.
Ya no estamos desvalidos o indefensos en nuestra diaria confrontación con el pecado. No estamos destinados a andar en continua desobediencia y derrota. Dios interna, sobrenatural, y fundamentalmente nos ha transformado. Ahora poseemos el deseo y habilidad de agradarlo a Él por el resto de nuestra vida. Motivados y fortalecidos por la gracia, podemos anticipar una vida entera de cambio progresivo y definitivo.
Aquí es donde comienza la santificación-en la seguridad y confianza de que hemos nacido de nuevo, no por nuestro propio esfuerzo sino por el poder y propósito de Dios.
Discusión En Grupo
- ¿Cuáles son algunas de las palabras que uno que no es cristiano podría usar para describir a un cristiano “nacido de nuevo” típico?
- ¿Cuál es una posible razón por la que las conversiones de celebridades son frecuentemente superficiales?
- Thomas Adams ha escrito, “Quitemos el misterio del nuevo nacimiento y le hemos quitado su majestad”.[16]¿Qué hace misteriosa la regeneración?
- ¿Es una lucha para ti creer que Dios fue el único responsable por tu renacimiento?
- Si Lidia y Pablo representan los extremos de la experiencia de nacer de nuevo, ¿dónde estarías tú en el espectro?
- Habla de la línea de tiempo que trazaste en la página . ¿Alguna pregunta sobre la secuencia de la salvación?
- Lee Hebreos 12:2. ¿Cómo afecta tu opinión de la santificación esta “garantía incondicional”?
- ¿Este capítulo te ha hecho pensar de manera diferente sobre el nuevo nacimiento?
Lectura Recomendada
The Christian Life por Sinclair Ferguson (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989)
God’s Words por J.I. Packer (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1981)
Referencias
- ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide (Orlando, FL: Ligonier Ministries, Inc., 1988), capítulo I, p. 14.
- ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989), p. 55.
- ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 20.
- ↑ C. Samuel Storms, Chosen for Life (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1987), p. 108.
- ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 19.
- ↑ Charles Spurgeon, Autobiography, 1 (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1962), pp. 164-65.
- ↑ J.I. Packer, God’s Words (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1981), p. 151.
- ↑ J. Rodman Williams, Renewal Theology, Volume II: Salvation, The Holy Spirit, and Christian Living (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1990), p. 37.
- ↑ J.I. Packer, God’s Words, pp. 148-149.
- ↑ R.C. Sproul, Essential Truths of the Christian Faith (Wheaton, IL: Tyndale House, 1992), pp. 171-172.
- ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 19.
- ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo II, p. 17.
- ↑ Anthony A. Hoekema, Saved by Grace (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1989), p. 100.
- ↑ John R.W. Stott, The Epistles of John (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1964), p. 136.
- ↑ J. Rodman Williams, Renewal Theology, Volume II, p. 50.
- ↑ Quoted in R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, Chapter II, p. 16.