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Romanos 1.1-4

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes a través de sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que nació de un descendiente de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, Jesucristo nuestro Señor...

Vimos en el verso 1 la semana pasada que Pablo es un siervo de Cristo Jesús, que significa que fue comprado, poseído y gobernado por Cristo. Él vive para complacer a Cristo. Y, a menos que tomemos la errónea idea de que Cristo de alguna manera está siendo dependiente de la iniciativa y de la labor del esclavo Pablo, notaremos en Romanos 15.18 que Pablo depende de Cristo para todo lo que el mismo Pablo hace en el servicio a Cristo: “Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras.” En otras palabras Pablo sirve a Cristo en el poder con que Cristo sirve a Pablo. “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir” (Marcos 10.45; vea también 1ra a los Corintios 15.10; 1ra de Pedro 4.11). Torceríamos todo el significado de Romanos desde el comienzo si no vemos que Pablo sirve a Cristo en el poder que Cristo suple, de manera que Cristo recibe la gloria por el servicio de Pablo (vea 1ra de Pedro 4.11).

A este soberano, dador de todo, Cristo, es a quien encontramos en la próxima frase, “llamado a ser apóstol”. Cristo llamó a Pablo en el camino a Damasco y le comisionó para ser su representante autoritario en el establecimiento de la iglesia con enseñanzas verdaderas. Entonces vemos al Dios soberano, todo-planificador pasar a la próxima frase, “apartado para el evangelio de Dios”. Dios separó a Pablo desde antes que naciera, lo dice Gálatas 1.15. Dios está tan celoso por la venida y revelación de su evangelio que no deja nada para la casualidad.

Ahora miremos este término “el evangelio de Dios” (1.1) y cómo Pablo lo desglosa en los versos 2-4.

I. “...que él había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras...”

Lo primero que Pablo dijo sobre esto está exactamente en línea con lo que nosotros acabamos de ver: que Dios es celoso al demostrar que el evangelio fue planeado mucho tiempo antes de que sucediera. Versículo 2: “... [Pablo fue] apartado para el evangelio de Dios, que Él [Dios] había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras”.

Considere estas tres cosas del versículo 2.

1) El evangelio de Dios es el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento.

No es una nueva religión. Es el cumplimiento de una vieja religión. El Dios del Antiguo Testamento es el Dios del Nuevo Testamento. Lo que estuvo preparando y prometiendo entonces, lo cumplió en la venida de Jesús.

2) Dios mantiene sus promesas.

Cientos de años pasaron. Los judíos se preguntaban si el Mesías alguna vez vendría. Ellos pasaban por horribles angustias. Entonces Dios actúa y la promesa es cumplida. Eso significa que se puede confiar en Dios. Esto puede verse como que él ha olvidado sus promesas, pero él no olvida. Por tanto el verso 2 no es solo una declaración sobre el contenido del evangelio, sino que también es una razón para creerlo. Si podemos ver que Dios prometió a Cristo siglos antes de que viniera y que en muchos detalles Él cumple estas promesas, nuestra fe es entonces fortalecida.

3) Estas son Escrituras Santas e inspiradas que deberíamos reverenciar y creer.

Note las tremendamente importantes implicaciones del verso dos para nuestra doctrina de las Escrituras. Primero está Dios, entonces hay una promesa que Dios desea hacer; entonces están los profetas “a través” quienes (fíjese bien no por quienes, sino “a través” de quienes, Dios mismo permanece como el que habla) Él dice su promesa; entonces existen las Escrituras, y estas Escrituras son llamadas Santas. ¿Por qué son Santas, apartadas de todos los otros escritos y vistas como únicas y preciosas? Porque es Dios quien habla en ellas. Lea cuidadosamente el verso: Él [Dios] había prometido antes a través de sus profetas en las Santas Escrituras”. Dios prometió en las Escrituras. Dios está hablando en las Escrituras. Eso es lo que las hace Santas. Esto es lo que Pablo entiende como Escrituras y es lo que nosotros debemos entender. Si usted se ha preguntado alguna vez, por qué nuestras Biblias dicen “Santa Biblia” en la carátula, Romanos 1.2 es la respuesta.

Y para que no perdamos la inmediata relevancia de esto para nuestra exposición de Romanos, recuerde tres cosas: (1) Pablo se ve a sí mismo en 1.1 como un apóstol de Cristo Jesús, hablando y escribiendo con autoridad en representación de Cristo como establecedor de la iglesia, en otras palabras, como uno de los profetas de antaño (Efesios 2.20). (2) Pablo dijo en 1ra a los Corintios 2.13, “hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu”. En otras palabras, Pablo reclama una inspiración especial para sus enseñanzas. (3) En 2da de Pedro 3.1, Pedro dice que algunos “tuercen [los escritos de Pablo] como también las otras Escrituras”, así que Pedro pone los escritos de Pablo en la misma categoría con las Santas Escrituras sobre las que leemos aquí.

Es por esto que predicar es tan importante en nuestra vida juntos. Creemos que la Carta de Pablo a los Romanos es la Palabra de Dios, no simplemente la palabra de un hombre. El evangelio fue prometido en Santas Escrituras inspiradas por Dios; y el evangelio es explicado y preservado para nosotros en Santas Escrituras inspiradas por Dios. Esto es lo que creemos, y esto hace una gran diferencia en la manera que vemos la verdad y la doctrina y predicamos y adoramos y todo lo demás en el mundo.

Así que lo primero que Pablo dice acerca del evangelio de Dios es que fue planeado y predecido mucho antes (1.2). Es el evangelio “que él había prometido antes a través de sus profetas en las santas Escrituras”.

II. “...acerca de su Hijo...”

Lo segundo que dice sobre el evangelio de Dios (1.3) es que es acerca de su Hijo. “... el evangelio de Dios, que él había prometido antes a través de sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo...”. El evangelio de Dios tiene que ver con el Hijo de Dios. Necesitamos tener dos cosas claras sobre el Hijo de Dios inmediatamente o podemos irnos por mal camino.

1) El Hijo de Dios existió antes de convertirse en un ser humano

Vea Romanos 8.3, “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado”. Dios le envió a tomar forma humana, así que el Hijo existió como el Hijo de Dios antes de convertirse en hombre. Esto significa que Cristo es y era el Hijo de Dios en un modo completamente único, no de la misma manera en que somos hijos de Dios (Romanos 8.14, 19).

2) Cristo mismo es Dios.

En Romanos 9.5, refiriéndose a los privilegios de Israel, Pablo dice: “... de quienes son los patriarcas, y de los cuales [esto es Israel], según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.” Y en Colosenses 2.9 Pablo dice: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Así que cuando Pablo dice que el evangelio de Dios es acerca de su Hijo, quiere decir que tiene que ver con el Hijo divino y preexistente. El evangelio de Dios no es acerca de Dios organizando los asuntos humanos de una mejor manera. Es sobre Dios que penetra en los asuntos de los humanos desde afuera en la persona de su Hijo, quien es la perfecta imagen del Padre y es Dios mismo.

Así que Pablo pone un inmenso peso sobre el “evangelio de Dios” al decir primero, que es prometido –planificado- por Dios mucho antes de que sucediera, y segundo, que es acerca de su Hijo divino. El Creador Soberano del universo, ha planeado buenas cosas para el mundo, y en el centro de su plan está su Hijo.

III. “...que nació de un descendiente de David según la carne...”

Lo tercero que Pablo dice acerca del evangelio de Dios es que este Hijo divino “era del linaje de David según la carne”. Esto expresa dos cosas de una vez:

1) El Hijo de Dios se convirtió en hombre

Él nació. El trabajo que tenía que hacer –la misión en que estaba- requería que tomara la naturaleza humana, junto con su naturaleza divina. Dios no escogió a un hombre y le convirtió en su hijo; Él escogió a su eterno, único y solo Hijo para convertirlo en hombre.

2) Él nació en la línea del Rey David en el Antiguo Testamento

¿Por qué es eso parte del evangelio de Dios? ¿Por qué son esas buenas noticias? La respuesta es que todas las promesas del Antiguo Testamento dependían de la venida del Mesías –el ungido- quien reinaría como rey en la línea de David y conquistaría a los enemigos de Dios y traería justicia y paz para siempre. Él sería el sí para todas las promesas de Dios.

Considere un par de promesas del Antiguo Testamento. Jeremías 23.5: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.” O Isaías 11.10, “en aquel tiempo que la raíz de Isaí [entiéndase, el Hijo de David, la raíz de Isaí] la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.”

Así que el evangelio de Dios son las buenas noticias de que ahora, después de cientos de años, Dios ha actuado para cumplir su plan y promesa, que un rey vendría en la línea de David, y, como Isaías 9.6-7 dice: “y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite”

Así que el “evangelio de Dios” son las buenas noticias de que el tiempo se ha cumplido y que el reino de Dios está a la mano (Marcos 1.14-15, “Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.”). La venida del Hijo de Dios a este mundo era la venida del “Hijo de David”, el rey prometido. Él reinaría sobre las naciones y triunfaría sobre los enemigos de Dios y gobernaría con justicia y paz y, de acuerdo con Isaías 35.10: “los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.” Esto es lo que hace el verso 3, el “evangelio de Dios”. La venida del Hijo de Dios como el Hijo de David significaría gozo eterno en la presencia de Dios –para todos los redimidos del Señor.

IV. “... que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad... ”

Pero hay una cosa más que Pablo dice acerca de “el evangelio de Dios”. No sólo fue planeado y prometido antes de que sucediera; no sólo tiene que ver con el Hijo divino y preexistente, no sólo es la noticia de que este Hijo ha nacido, el Hijo humano de David, para cumplir las esperanzas y sueños de justicia, paz y gozo del Antiguo Testamento en el reino de Dios. Pero, en el versículo 4, Pablo dice algo devastador y estimulante. Él dice que el Hijo de Dios “que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”.

¿Por qué decimos que era devastador? La mayoría de los judíos en los tiempos de Pablo esperaban que el Mesías vendría con poder y señorío político, que derrotaría a los gobernantes opresores del mundo, los romanos, y establecería un reino terrenal en Jerusalén en el que viviría por siempre victorioso con su pueblo. Pero lo que Pablo dice en el versículo 4 implica que entre los versos 3 y 4 el Hijo de David murió. ¡Murió! Aquellos que creían que era el Mesías estaban devastados. Los mesías no mueren, viven para conquistar y gobernar, no son arrestados, golpeados, escarnecidos y crucificados dejando a su gente desamparada. Esto era totalmente demoledor. (Lucas 24.21, “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel”).

Pablo vuelve a hablar de la muerte de Cristo en los capítulos 3, 5 y 8. Pero por ahora va inmediatamente hacia el estimulante énfasis el triunfo en el evangelio de Dios. Este Mesías muerto, Pablo dice en el verso 4, fue levantado de entre los muertos. Esto es el corazón del evangelio de Dios. Y Pablo dice dos cosas acerca de esta resurrección:

1) Esta resurrección de entre los muertos era “según el Espíritu de santidad” ¿Qué significa? Dos cosas al menos.
a. El Espíritu Santo de Dios levantó a Jesús de entre los muertos.

Veo la pista en Romanos 8.11 donde Pablo dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Esto nos enseña que seremos levantados por el Espíritu de Dios que mora en nosotros, de la misma forma en que Cristo lo fue. Así que el Espíritu estuvo involucrado en la resurrección de Jesús de entre los muertos.

b. ¿Pero por qué Pablo utiliza esta expresión inusual, “Espíritu de Santidad” (que no se encuentra en ningún otro lugar del Nuevo Testamento)?

Esta es mi sugerencia. Lidiar con la muerte era un asunto sucio. Cuando el rey Saúl quería ver a la muerte fue con la adivina de Endor (1 Sam 28.7ss) en un acto secreto e ilícito. Los médium, adivinos y hechiceros eran abominación en Israel. Cuando los muertos mueren, usted los deja solos y no tiene tratos con ellos. Las sesiones de espiritismo fueron y son ilegales para los creyentes. Tratar con los muertos no ha sido un tipo de magia hermosa, limpia o santa, sino negra. Cualquier cosa menos esto. Hablar de un hombre ejecutado y levantado de entre los muertos debió sonar para muchos oídos absolutamente horrible, grosero, sucio e inmundo, como la hechicería oscura o la magia negra.

Por encima de esto Pablo pone la tensión exactamente en lo opuesto: Cristo fue levantado de entre los muertos según el Espíritu de Santidad, no un espíritu oscuro, malo o inmundo, sino por el mismo Espíritu de Dios quien es conocido sobre todo por su santidad. El Espíritu no fue degenerado al levantar a Jesús, era Santo. Era bueno, limpio, hermoso y honraba a Dios, no lo humillaba.

2) Por su resurrección Cristo fue “declarado [o, nominado] Hijo de Dios con poder”

La frase clave es “con poder”. Creo que la NASB, la KJV y la RSV1 están en lo correcto al mostrar que esta frase se refiere a “Hijo de Dios”. El punto no es que Cristo no era el Hijo de Dios antes de la resurrección. El punto es que en la resurrección, Cristo pasa de ser Hijo de Dios en humildad, limitación humana y humildad a ser Hijo de Dios con poder. La frase clave es “con poder”.

Esto es lo que Jesús quiso decir después de la resurrección cuando dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28.18). Es lo que Pablo quiso decir en 1ra a los Corintios 15.25-26 cuando dijo del Cristo levantado: “preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte”. En otras palabras, Jesús es el rey Mesiánico. Él reina ahora sobre el mundo. Él está poniendo a sus enemigos debajo de sus pies. Vendrá un día en que salga de su gobierno invisible con gloria visible y establezca su reino abierta y gloriosamente en la tierra. Eso es lo que Pablo quiere decir con “Hijo de Dios con Poder”. Él está gobernando ahora. Él está obrando sus propósitos a través de su Espíritu y su iglesia. Y el día vendrá cuando Cristo derrotará a cada enemigo, cada rodilla se doblará y confesará que Él es Señor para gloria de Dios el Padre (Filipenses 2.11).

Esa será la consumación del evangelio de Dios. A lo que decimos “Amén, ven Señor Jesús.”


1Versiones de la Biblia en inglés.

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