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Colosenses 3:21
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

Esta mañana nuestro texto es simple y directo: "Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten." Se divide en tres partes de forma natural: Primero a quién va dirigido, "Padres." Segundo, un mandato, "no exasperéis a vuestros hijos." Tercero, el propósito del mandato, "para que no se desalienten."

Miraremos estas tres partes del texto una a la vez en orden reverso. Primero dirigiremos nuestra atención a la meta de los padres cristianos, esto es, criar hijos sin desalentarlos. Segundo, miraremos al deber de los padres cristianos, esto es, no hacer aquellas cosas que desalientan a los hijos. Y finalmente nos enfocaremos en el líder de la paternidad, a saber, los padres.

Pero primero unas palabras sobre la paternidad de Dios.

En la oración modelo el Señor Jesús les enseñó a sus discípulos a llamar a Dios Padre: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre." Les enseñó que Dios no es el Padre de todos. En Juan 8:42,44 dijo a aquellos que se negaban a seguirle, "Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y vine de él… Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre."

Dios sólo es Padre de aquellos que son guiados por el Espíritu de su Hijo. En Romanos 8:9, 14-15 Pablo dice:

Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él... Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

No todo el mundo puede reclamar el privilegio de conocer a Dios como Padre. Sólo aquellos que han nacido de Dios (Juan 1:13), quienes reciben a Cristo (Juan 1:12), y quienes son guiados por el Espíritu (Romanos 8:14) tienen derecho de recibir la herencia de los hijos - las promesas como la de Mateo 7:11, "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?" El privilegio de la oración y de la promesa de que Dios obrará todas las cosas para tu bien es parte de la herencia de los hijos. Eso es lo que significa tener a Dios como tu Padre.

Existen dos razones por las que comienzo con estas palabras sobre la paternidad de Dios. Una es que creo que toda la paternidad humana debe usar como patrón a la paternidad divina. La guía de cada padre debiera ser vivir de tal forma que sus hijos puedan ver cómo es Dios el Padre. Ellos deben ver en su padre humano un reflejo - aunque imperfecto - del Padre celestial en su fuerza y ternura, en su ira y misericordia, en su exaltación y condescendencia, en su sabiduría excepcional y su guía paciente. La tarea de cada padre humano es ser una imagen del Padre del cielo para sus hijos.

La otra razón por la que comienzo hablando de la paternidad de Dios es para darle relevancia a este mensaje, para todos en esta sala ya sean padres o no; y ya sea que tengan un padre cristiano o no. Quiero dejar en claro desde el principio que la tristeza que muchos podemos sentir por nunca haber tenido un padre como el que describiré, y la tristeza que otros puedan sentir por nunca haber sido un padre como el que describiré -esta mañana, esa tristeza, puede ser tragada y superada con gozo porque Dios ofrece su paternidad a cualquiera que acepte el regalo de adopción al confiar en Cristo y al que se rinda a la guía del Espíritu Santo.

Hay dos formas de escuchar el mensaje de esta mañana. Una es tomarlo como una exhortación directa de la Palabra de Dios a los padres de cómo criar a sus hijos. La otra es tomarlo como una parábola que señala la forma en que el Padre celestial ama a aquellos que creen y siguen a su Hijo. Francamente espero que todos ustedes lo escuchen en ambos sentidos.

1."…para que no se desalienten."

Vamos al texto y comencemos con la última frase de Colosenses 3:21, "Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten."

La meta de un buen padre es criar hijos sin desalentarlos. La palabra implica desanimarse, languidecer, perder el vigor, desinteresarse, mal humor, tristeza, con una especie de resignación por la vida. No seas el tipo de padre que cría a sus hijos para que sean este tipo de personas. En lugar de eso, desarrolla un estilo de paternidad que produzca el desaliento opuesto.

¿Y qué es esto? Lo resumiré en tres características:

Así que diría que la forma negativa del verso 21 también implica un mandato positivo. Dice, "Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten." Pero esto no significan que sólo se debe evitar un tipo de paternidad; también significa que debemos perseguir el otro tipo, el tipo de paternidad que da esperanza en vez de desaliento; que da felicidad en vez de desaliento; y que da confianza y valor.

Si nos detenemos aquí aún no hemos dicho nada distintivamente cristiano. No hay un padre en diez mil que piense que el objetivo de la paternidad debe ser desalentar a los hijos. Pero el apóstol Pablo se sentiría apenado si todo lo que yo hiciera fuera usar sus palabras simplemente porque expresan algo de sentido común, o algo de sabiduría natural. Él no fue inspirado por el Espíritu Santo para confirmar la percepción del Dr. Spock. Él fue inspirado para enseñar a los padres cosas que ningún ojo natural ha visto ni ningún oído natural ha escuchado. (1 Cor. 2:9-13)

Lo que quiero decir es esto. La enseñanza de Pablo pone en claro que cuando él dice que debemos ser padres que dan esperanza en vez de desaliento, él quiere decir esperanza en DIOS no esperanza en el dinero o esperanza en la popularidad o esperanza en la educación o esperanza en un esposo o esperanza en el éxito profesional. Si le hubieras preguntado a Pablo, o a Jesús, "¿Qué tipo de libertad del desaliento quieres que tengan nuestros hijos?" él no hubiera dicho, "Quiero que tus hijos sean librados del desaliento al ser llenos con la esperanza de que tendrán fortuna... o de que serán famosos, o intelectuales, o casados, o exitosos." Sabemos que eso no es lo que él quiere decir. Él quiere decir, que sean los tipos de padres que no desalientan a sus hijos sino que los llenan de esperanza en Dios.

Y al considerar la felicidad como lo opuesto al desaliento, Pablo no se contentaría si un padre simplemente hiciera sentir bien a su hijo dándole lo que se le antojara. Existe una felicidad que mata. A cierto tipo de felicidad la Escritura le dice, "que vuestra risa se torne en llanto y vuestro gozo en tristeza." (Santiago 4:9). Existe una felicidad que no tiene nada que ver con Dios, y por lo tanto no tiene valor a los ojos de Dios. Viene sólo de la creación y no del Creador. Esta no es la felicidad que Pablo quiere que los padres pongan en lugar del desaliento.

Pero existe otro gozo que viene de la expresión, por ejemplo, en el Salmo 4:7-8,

Alegría pusiste en mi corazón,
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
En paz me acostaré y así también dormiré;
porque sólo tú, SEÑOR, me haces habitar seguro.

¡Padres no desalienten a sus hijos, sino llénenlos con el gozo del Señor! Enséñenlos desde temprana edad - y muéstrenles desde temprano - que a través de muchas tribulaciones entramos al Reino de Dios (Hechos 14:22), pero ellos pueden regocijarse en las tribulaciones, sabiendo que "la tribulación produce paciencia, y la paciencia carácter probado, y el carácter probado esperanza" - ¡EN DIOS! (Romanos 5:3-4). No los desalientes. Hazlos felices en Dios ayudándolos a esperar en Él.

Y cuando consideramos la confianza como lo opuesto al desaliento, el mensaje de la Escritura toma un alejamiento dramático del sentido común natural de la sabiduría del mundo.

El mundo dice: No desalientes al niño, incrementa su auto-confianza. La Escritura dice, No desalientes al niño, incrementa su confianza en Dios. De hecho la Escritura es más precisa que eso; enseña: No desalientes al niño, sino haz lo que puedas para desenraizar su confianza en sí mismo y reemplazarla con una confianza en Dios. Y cuando nos enseña a desenraizar la auto-confianza, quiere decir desenraizar el deseo de tener y de aparentar tener auto-confianza.

La Escritura sabe que la mayoría de las personas no tienen éxito al sentir auto-confianza. La mayoría de las personas son muy infelices por su inhabilidad de aparentar auto-confianza, auto-seguridad y tener el control. Así que cuando la Escritura nos enseña a desenraizar la auto-confianza significa ir a la raíz, no a las ramas medio secas; ir tras el DESEO de tener auto-confianza, y no de las débiles manifestaciones que logran llegar hasta las acciones de las personas.

Una ilustración vívida de cómo el Padre celestial de Pablo fue paciente al trabajar desenraizando la auto-suficiencia de Pablo se da en 2 Corintios 1:8-9. Aquí hay una descripción de cómo Dios el Padre estaba trabajando con él veinte años después de su conversión, lo que significa que esto es un pecado cuya raíz está profundamente enraizada en todos nosotros. Él escribe:

Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos (o; que tengamos confianza, no en nosotros), sino en Dios que resucita a los muertos.

En otras palabras, el propósito divino de la aflicción de Pablo era (como es el propósito de toda disciplina paterna) desenraizar la auto-confianza que quedaba en el corazón de Pablo y arrojarlo sólo sobre Dios. ¿Por qué? ¿Por qué no quería Dios que Pablo tuviera confianza? ¿Por qué Dios quería que el fuera lánguido, sin vigor, temperamental, triste, débil, temeroso? ¡No! Fue Dios quien vino a Pablo en Corinto y dijo, "NO temas, sigue hablando y NO calles; porque Yo estoy contigo." Así que la confianza que debemos alentar en nuestros hijos no es la auto-confianza, sino una confianza en la gracia y el poder de Dios. "No temas… YO ESTOY CONTIGO."

El pastor Escocés del siglo 19, Andrew Bonar, dijo con respecto a la crianza de los hijos, "Les decimos que, 'son pecadores, expuestos a la ira y la maldición de Dios.'" En otras palabras, le enseñas al niño a perder la esperanza de toda auto-confianza y a dirigir su deseo por una confianza en la gracia de Dios. La meta de los padres bíblicos es tener hijos que digan (con el Salmo 60:11-12):

Danos ayuda contra el adversario,

pues vano es el auxilio del hombre.

En Dios haremos proezas,

y él hollará a nuestros adversarios.

Un buen padre ponderará: ¿Cómo puedo ser como mi Padre celestial? ¿Cómo puedo borrar la auto-confianza del corazón de mis hijos y llenarlos con la confianza, el valor, el celo y la resolución que está enraizada en la gracia y el poder de Dios y no en ellos mismos? ¿Cómo puedo ser el tipo de padre cuyos hijos no se desalientan ni pierden el vigor o languidecen o se entristecen o se descorazonan, sino que están llenos de esperanza en Dios, felicidad en Dios, confianza en Dios y valor para intentar cosas grandes para la gloria de Dios?

Esta pregunta nos lleva a la segunda parte de nuestro texto, esto es, el deber de los padres cristianos a no provocar a sus hijos.

2. "No exasperéis a vuestros hijos."

"Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten." De nuevo notamos que el mandamiento es negativo - algo que debe evitarse. Es una advertencia en contra del mal uso de la autoridad legítima. Pablo acaba de decir en el verso 20, "Hijos, sed obedientes a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor."

Ahora en el verso 21 él advierte a los padres de que se cuiden del mal uso de la autoridad dada por Dios. El mal uso que él tiene en mente es que los padres puedan tratar a sus hijos de tal forma que su espíritu sea quebrantado y se vuelvan seres desalentados, sin esperanza. Pablo llama a este mal uso "exasperarlos": "No exasperéis a vuestros hijos."

En Efesios 6:4 se usa una palabra diferente que específicamente significa, "No provoquéis a ira." Pero aquí en Colosenses 3:21 se usa una palabra muy general. Puede ser utilizada positivamente, como en 2 Corintios 9:2 donde dice que los cristianos de Acaya provocaron a los cristianos de Macedonia a que fueran más generosos. En otras palabras, los han "estimulado", o "motivado".

Al seleccionar esta palabra amplia y general creo que Pablo nos quiere enseñar que los padres deben evitar todo lo que arruine la confianza de un niño en Dios y los deje sin esperanza y sin aliento. Para esto se requiere una sabiduría tremenda de parte de los padres, porque no todos los desalientos a corto plazo resultan en desesperanzas a largo plazo. Por el contrario, nuestro Padre celestial claramente trae a nuestras vidas frustraciones y desalientos a corto plazo precisamente para ponernos sobre un nuevo paso de fe. Se necesita gran sabiduría para esto.

Así que preguntemos entonces: ¿Qué hacen los padres para exasperar a sus hijos a un desaliento y desesperanza a largo plazo? Mencionaré dos cosas:

Primero, algunos padres fallan al SER felices y esperanzados y confiados en Dios.

Padres, lo que ERES en relación con Dios es mucho más importante que cualquier técnica particular de paternidad que trates de emplear. ¿Esperarán tus hijos en Dios si tu esperanza está puesta en el dinero? ¿Serán tus hijos felices en Dios si ellos ven que la pesca para ti es una experiencia más feliz que la adoración? ¿Pondrán tus hijos su confianza en Dios si toda tu conducta comunica el deseo de parecer auto-suficiente?

El trabajo más importante que un padre puede hacer por el bien de sus hijos es ser convertido. La estrategia más importante para criar hijos es volverse un hombre nuevo en Cristo - cuya esperanza y felicidad y confianza está en Dios y no en sí mismo.

Sabemos que esto es cierto por las Escrituras porque allí se nos enseña a imitar a nuestro Padre celestial. Se nos dice que seamos santos como él ES santo (1 Pedro 1:16). Se nos dice que seamos misericordiosos como él ES misericordioso (Lucas 6:36). Ser un buen hijo es copiar a un papá. Imitar a un padre lo honra, y a nosotros se nos manda a honrar a nuestros padres. Así que la pregunta más importante que podemos hacer no es qué debo enseñarles a mis hijos, sino ¿quién soy yo delante del Dios vivo y delante de mis hijos?

Eso es lo primero que los padres pueden hacer para exasperar a sus hijos a un desaliento y desesperanza a largo plazo - ellos pueden fallar en SER esperanzados, felices y confiados en Dios.

Lo segundo que los padres hacen que provoca a los hijos a un desaliento y desesperanza a largo plazo es disciplinarlos de forma impulsiva, errática e inconsistente.

La disciplina impredecible, impulsiva y hostil hace a los niños temerosos, amargados, engañosos y desalentados. Ellos no saben de dónde o por qué vendrá la próxima explosión. Ellos se dicen a sí mismos, "¡para que sirve! ¿Para qué pensar que ser bueno es mejor que ser malo?" Así el espíritu de esperanza moral se rompe, y en su lugar viene un maniobrar calculado, engañoso y sin aliento.

Por otra parte, cuando la disciplina es controlada, apropiada, consistente y basada en reglas claras y en principios de justicia en el hogar, se crea una atmósfera donde los niños afloran en libertad. Ellos conocen los límites y se sienten seguros y libres para soñar y jugar y planear y trabajar dentro de esos límites de justicia.

Ellos ganan confianza en que esta es la manera como que Dios es. Él no es un Dios caprichoso. Él no es impulsivo, errático o inconsistente. Hay orden. Hay justicia templada con misericordia. Hay esperanza y aliento. ¿Para qué querría yo lograr algo de valor o aún de grandeza si estoy dentro de este orden y dependo de la bondad del Padre que me ama así?

Así que padres, no exasperéis a vuestros hijos siendo impulsivos, erráticos o inconsistentes en la disciplina. Sean como su Padre en los cielos, para que sus hijos puedan conocerlo mejor y volverse esperanzados y felices y confiados en Él.

Se pudiera decir mucho más sobre los tipos de cosas que provocan desaliento y desesperanza a largo plazo en los hijos. Pero se nos ha terminado el tiempo

3. "Padres…"

Sólo podemos referirnos brevemente a la tercera parte del texto, donde dice "Padres…" El verso 20 dice, "Hijos, obedeced a vuestros padres." Esto enseña claramente que tanto las madres como los padres deben ser obedecidos. Madres y padres deben compartir autoridad sobre sus hijos. Pero en el verso 21 la palabra padres está siendo usada en particular.

Esta noche continuaremos con el por qué de esto. Existe un rol peculiar que la Escritura le da a los esposos y padres. Los padres tienen una responsabilidad especial en la vida moral de la familia. Así que padres, les urjo a tomar esa responsabilidad, y a que sean el tipo de padre que dan esperanza, felicidad y confianza a sus hijos porque ustedes mismos han encontrado su esperanza, su felicidad y su confianza en Dios.

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