First Steps of Faith/The Biggest Decision of Your (New) Life/es

From Gospel Translations

Revision as of 17:37, 10 July 2008 by Kirstenyee (Talk | contribs)
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Una semana después de aceptar a Cristo como mi Salvador, necesitaba desesperadamente una orientación. Anhelaba tanto que mi vida contara para Dios. Pero, ¿cómo? Servirle era lo menos que podía hacer después de todo lo que él había hecho por mí. ¿Qué quería Él que yo hiciera?

Quizá debiera ir al África y hablarle a todos de Jesús, pensé. (África era el lugar más difícil que me podía imaginar.) Me veía caminando un polvoriento kilómetro tras otro, con un cayado nudoso en la mano, un profeta muerto de sed reducido a piel y hueso. Mis labios resecos imploraban una gota de alivio. Una pañoleta roja, llena de sudor alrededor de mi cabeza nada hacía para protegerme del calor al cruzar las planicies desiertas en busca de cualquiera que no conociera a Jesús. ¿Qué comería? ¿Raíces? ¿Insectos? ¿Qué bebería? ¿Cómo sobreviviría a los leones? ¿A los tigres? ¿A las hienas? No importaba. Lo único que importaba era hacer algo para Dios.

Otra opción—aunque ésta me parecía más peligrosa que el África—era ir al seminario. Pero, ¿a qué seminario? ¿De dónde sacaría el dinero? ¿Y no debería terminar primero mis estudios universitarios? Llevaba apenas una semana en la fe y ya estaba paralizado por la indecisión. Doy gracias de que Dios no me dejó por mucho tiempo sin saber qué hacer.

Medita en 2 Corintios 3:5-6. ¿Tiene el creyente la aptitud (por si mismo) para hacer algo por Dios que valga la pena?

Después de la siguiente reunión de la iglesia a la cual asistí, el predicador invitó a los que “querían ser bautizados en el Espíritu Santo” que se reunieran en una salon aparte. Nunca en mi vida había oído esta frase. Sonaba media extraña, pero razoné que si iba a andar escapando de animales salvajes en el Sahara sería mejor que consiguiera todo lo que pudiese de Dios.

Me acerqué al hombre en cuanto terminó la reunión. “Señor,” le pregunté, “¿qué significa ser bautizado en el Espíritu Santo? La semana pasada entregué mi vida a Cristo. ¿Necesito también esta, esta, eehh, cosa, este ser bautizado en el Espíritu Santo?” Sin la menor vacilación, me contestó: “Ir a ese salón y ser lleno del Espíritu Santo es la decisión más importante que jamás harás como creyente.”

(Desde entonces, muchas veces me he preguntado por qué habló tan enfáticamente. Quizá vio en mis ojos la mirada de un fanático—de alguien que estudia cuidadosamente todas sus opciones antes de acometer una tarea medio preparado. Así era yo.)

1. Aparte de tu respuesta al evangelio, ¿cuál es la decisión más grande que has hecho en tu vida?

Entré nerviosamente al salón y me deslicé en un banco con otras veinte personas que parecían tan confundidas como yo. Esperé intranquilo. Aunque quería todo lo que Dios tuviera para mí, esto parecía muy raro. Por fin entró un joven y leyó algunos pasajes de la Biblia. Explicó lo que significaba ser bautizado en el Espíritu. Luego y él y otros empezaron a orar por nosotros.

Lo que me pasó enseguida fue la cosa más gloriosa, después de entregarme a Cristo, que jamás me haya sucedido. Ahora me acuerdo de aquel momento y me doy cuenta que mi decisión de buscar esta experiencia con el Espíritu Santo era... bueno, la decisión más importante que jamás haya tomado como creyente.

¿Quién es el Espíritu Santo?

El teólogo Gordon Fee escribe de un seminarista que cierta vez confesó: “Dios el Padre tiene sentido para mí; y a Dios el Hijo puedo entenderlo; pero el Espíritu Santo es como una masa gris, oblonga.”1 Dado que la mayoría de los creyentes se han sentido así alguna vez, empecemos con la pregunta fundamental (pero no sencilla): ¿Quién es el Espíritu Santo?

La Biblia habla de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo —un Dios en tres personas, conocidas comúnmente como la Trinidad. Estas tres personas son las mismas en esencia, iguales y eternas. El Padre no es el Hijo y el Hijo no es el Espíritu Santo, no obstante, cada uno es realmente deidad.

Más sobre el tema: Para tener una referencia especialmente clara de la Trinidad, lee Mateo 28:19.

La Biblia se refiere a la tercera persona de la Trinidad de varias maneras: el Espíritu (Juan 3:6-8), el Espíritu Santo (Lucas 11:13), el Espíritu de Dios (1 Corintios 3:16), el Espíritu del Señor (Lucas 4:18), el Espíritu de Jesús (Hechos 16:6-7), el Espíritu de su Hijo (Gálatas 4:6) y el Consolador (Juan 16:7) por mencionar algunos. Las Escrituras también revelan muchas de las cualidades personales del Espíritu Santo. Tiene un sentir (Romanos 8:27, NVI), posee conocimiento (1 Corintios 2:11), enseña (Juan 14:26), habla (Juan 16:13), guía (Juan 16:13), y siente dolor (Efesios 4:30), entre otras cosas. El rol del Espíritu es distinto al del Padre o al del Hijo. Consideraremos sus funciones específicas en la próxima sección, pero un profesor de la Biblia los resumió bien al describir al Espíritu como: “el Agente Residente de Dios en la iglesia y sobre la tierra.”3

Al tratar con el Espíritu, estamos tratando con nada menos que la presencia personal de Dios mismo.2
— Gordon Fee

El Espíritu Santo no es “una cosa”. No es meramente el poder de Dios o la influencia de Dios. Es Dios. Y creo que te asombrará saber cuan importante papel desempeña en tu vida como creyente.

Diez cosas que el Espíritu hace por ti

1. El Espíritu causa que nazcas de nuevo. Tal como vimos en el primer estudio de este libro, tu salvación fue iniciada por Dios. Y se llevó a cabo específicamente a través del ministerio del Espíritu Santo. Escucha lo que Jesús le dijo al líder judío Nicodemo: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:5-6). También Pablo habla del rol del Espíritu en la regeneración: “Él nos salvó... por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3:5-6).

2. El Espíritu te redarguye de pecado. “Y cuando Él venga,” dijo Jesús acerca del Espíritu, “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Sin duda sabes lo que significa esa impugnación. Quizá la hayas sentido como un golpe interior agudo o quizá como un dolor sutil espiritual. El Espíritu te estaba mostrando que en algún aspecto habías violado la voluntad de Dios para tu vida, y te hizo sentir mal.

Medita en Apocalipsis 3:19. ¿Cómo trata Dios a los que ama?

El Espíritu Santo obra coordinadamente con la Palabra de Dios para redargüirte cuando pecas. Primero, la Palabra de Dios informa a tu mente acerca de sus normas. Cuando te apartas de esas normas, el Espíritu usa la Palabra para que te remuerda la conciencia. Duele, pero el redargüir es un don misericordioso de Dios. Si el Espíritu no nos redarguyera de pecado, nunca obtendríamos la libertad que produce el arrepentimiento.

3. El Espíritu te ayuda a dar muerte al pecado. Una vez que saca a luz el pecado en tu vida, el Espíritu te acompaña para ayudarte a superarlo. Ningún aspecto de su ministerio es más crítico: “Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:13).

Andar en el Espíritu y ser guiado por el Espíritu entonces significa algo más que milagros. Significa la victoria sobre los deseos e impulsos de la carne. Significa crucificar esos deseos. Significa cultivar el fruto del Espíritu, porque el fruto del Espíritu es el mejor antídoto para las lascivias de la carne.4
— Stanley Horton

El Espíritu busca glorificar a Dios conformándote a la imagen de su Hijo. Es posible que ya hayas sentido “la limpieza del Espíritu Santo” en tu hablar, tus acciones, pensamientos o motivaciones. Pero, como lo muestra Romanos 8:13, Dios no lava el pecado de tu vida mientras duermes. Tú eres responsable de luchar contra el pecado—no coquetear con él, ni tolerarlo ni ceder a él. Con la ayuda del Espíritu Santo das muerte al pecado diciendo “no” a los apetitos caprichosos de la carne y “sí” a los mandatos justos y rectos de la Palabra de Dios.

No procures dar muerte al pecado sin ayuda. No puedes. Tienes que contar con la ayuda del Espíritu. Al responder a su impugnación y al recibir diariamente su poder, puedes vencer el pecado que trata de vencerte. Y en lugar de esos hábitos pecaminosos que antes te controlaban, el Espíritu cultivará una maravillosa cosecha de fruto nuevo—su amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23).

4. El Espíritu te guía. Durante mi lucha por decidir entre la obra misionera en África o capacitarme en un seminario, qué alivio sentí al descubrir que Dios, por medio de la obra del Espíritu Santo, me guiaría. En la Biblia, Jesús promete claramente tal orientación: “Pero cuando
Más sobre el tema: Lee Gálatas 5:25. Según tu opinión, ¿qué significa que andemos también por el Espíritu?

Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga; y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:13). El teólogo J. Rodman Williams escribe que cuando ocurre un nuevo nacimiento, “El Espíritu Santo establece su derecho de propiedad sobre la persona... a fin de ser la realidad controladora y orientadora [en su vida]. Desde allí en adelante uno ha de actuar bajo la dirección del Espíritu Santo.”5

2.¿En cuales de las siguientes situaciones sentirías la necesidad de la orientación de Dios?
❏ Al tener que decidir si seguir o no con tus estudios universitarios
❏ Al tener que decidir qué monedas usar de cambio al hacer compras
❏ Al tener que decidir si casarte o no
❏ Al tener que decidir si aceptar cierto ofrecimiento de trabajo
❏ Al tener que decidir el menú para la cena
❏ Al tener que decidir si cambiarle o no el pañal a tu hijito

Siguiendo la orientación del Espíritu requiere discernimiento. Hay quienes afirman que el Espíritu los guió a descuidar a sus hijos, a no pagar un préstamo, a invertir sus diezmos y ofrendas en algún artículo innecesario. Pero podemos decir con toda confianza que ninguna de esas decisiones fue iniciada por el Espíritu. La cuestión es que la dirección del Espíritu Santo no es arbitraria. La noche antes de su muerte, Jesús les dijo a sus discípulos que el Espíritu los guiaría “a toda la verdad”. Al orar por ellos después esa noche, le pidió a su Padre: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Ya que la Palabra de Dios es verdad, y el Espíritu nos guía a toda la verdad, el Espíritu nunca te guiará a querer, decir, pensar o hacer nada fuera de los límites de la Palabra de Dios. Su orientación siempre coincidirá con las Escrituras. Este principio te ayudará inmensamente al buscar discernir si “una orientación” proviene o no realmente de Dios.

5. El Espíritu te enseña cosas espirituales. Aunque Dios te instruirá regularmente por medio de otros, también te revelará cosas directamente. El Espíritu Santo “os enseñará todas las cosas” aseguró Jesús a sus discípulos, “y os recordará todo lo que os he dicho” (Juan 14:26).

Unas semanas después de haberme entregado a Cristo, leía en el Evangelio de Lucas acerca de cómo María y su parienta Elizabeth estaban embarazadas. Al estudiarlo, se me “prendió el foquito”. ¿Podía ser que Jesús y Juan el Bautista fueran... parientes? ¿Posiblemente primos? Corrí para contarle lo que había descubierto a uno de mis amigos. ¡Me sentía emocionado de haber hecho un descubrimiento espiritual!

Más sobre el tema: ¿Cómo resumirías la notable promesa hecha en 1 Corintios 2:12-16?

Cualquiera hubiera podido descubrir lo mismo con un poquito de estudio. Pero lo que fue memorable de este evento es cómo el Espíritu Santo me fue mostrando el significado del pasaje. De pronto tuve una nueva percepción de cómo Jesús se habría sentido cuando se enteró de que Juan había sido decapitado. El sólo hecho de pensar en la cabeza decapitada en una bandeja era terrible. Pero Juan no era simplemente un profeta salvaje que vociferaba sus advertencias en el desierto. Era un familiar. Ha de haber afectado profundamente a Jesús saber que la primera persona que murió por su causa era pariente, alguien con quien probablemente había comido y jugado de niño.

El Espíritu probablemente te ha enseñado cosas mucho más importantes que ésta—cosas sobre ti mismo, sobre el carácter de Dios o sobre la vida cristiana. Es su rol esclarecer la Palabra de Dios. A menos que él te abra los oídos y los ojos, no puedes comprender plenamente ni beneficiarte de las Sagradas Escrituras. Hazte el hábito de pedirle al Espíritu Santo comprensión y discernimiento cada vez que lees la Biblia o escuchas la predicación de la Palabra.

La adoración es la expresión de amor, adoración y alabanza del corazón a Dios con una actitud y un reconocimiento de su supremacía y señorío... Es derramar sin vergüenza el ser interior sobre el Señor Jesucristo en cariñosa devoción.6
— Bob Sorge

6. El Espíritu te ayuda a adorar a Dios. Cuando naciste de nuevo, el Espíritu mismo plantó profundamente en tu corazón un anhelo por adorar al Señor. De hecho, la adoración es uno de los principales propósitos de tu existencia: “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).

Medita en Romanos 8:15-16. Sólo por el Espíritu podemos adorar íntimamente al Padre.

El corazón que ha sido tocado por el Espíritu no podrá limitarse a adorar en la reunión del domingo. Todos los días habrá de ofrecer a Dios sacrificios de acción de gracias y alabanzas, inspirado y capacitado por el Espíritu de Dios. Ésta no es una mera obligación. La persona que realmente ha nacido de nuevo y ha sido llena del Espíritu sentirá un profundo anhelo y una necesidad de expresar su amor a Dios por medio de la adoración.

Si tenemos oídos para oír, un corazón para recibir y una voluntad para obedecer, tenemos que ponernos en manos de nuestro Maestro celestial a fin de que nos guíe en este profundo misterio de la oración.8
— Arthur Wallis

7. El Espíritu te ayuda a orar. “Porque no sabemos orar como debiéramos,” escribió el apóstol Pablo, “pero el Espíritu mismo intercede por nosotros, con gemidos indecibles” (Romanos 8:26). El Espíritu Santo te enseñará cómo orar en tu lengua nativa—o sea, con palabras normales que expresan las cargas de tu corazón. También te capacitará para orar en una lengua nueva. El creyente tiene la capacidad de hablar en otras lenguas cuando ha sido bautizado en el Espíritu. (Estudiaremos más sobre esto al final del estudio.) Por último, el Espíritu Santo puede guiarte a orar sin lengua alguna. Pablo llevaba cargas tan pesadas, tan dolorosas que las palabras no podían expresarlas. Pero, por medio del Espíritu, derramaba su corazón ante Dios con gemidos indecibles.7 Un amigo mío estaba de viaje con varios otros pastores cuando recibió un mensaje urgente. Su esposa, que llevaba dos meses de embarazo, estaba sufriendo complicaciones. Era casi seguro que iba a perder a la criatura. Durante el largo viaje de regreso, oró intensamente, primero en sus propias palabras y luego en el Espíritu. Al hacerlo, su fe y esperanza fueron en aumento. Hoy tiene una hermosa hija para recordarle que las oraciones del Espíritu en nosotros y por nosotros son ciertamente poderosas.

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8. El Espíritu imparte dones sobrenaturales que te capacitan para servirle. “El Niño del Tambor” se ha convertido en un villancico favorito. ¿Lo conoces? ¿Sabes lo que dice la letra? Describe a un muchachito pobre que quería darle algo a su Rey, pero no tenía nada de valor—ni oro ni incienso ni mirra. Lo único que tenía era el tambor gastado colgando de su cuello. Luego, entusiasmado y contento, se dio cuenta que lo que tenía para ofrecer era un canto. ¡Podía tocar el tambor para el Rey!

Esta sencilla canción destaca una importante verdad bíblica. Ninguno de nosotros tiene nada de valor para darle a nuestro Rey. Él no necesita nuestro dinero. No necesita nuestras cosas. Tanto es así, que no “necesita” nada. Pero sí desea. Desea que sus hijos vivan voluntariamente para su gloria. Y a través del Espíritu, Jesús nos ha dado a cada uno dones espirituales con los cuales glorificarle.

Dice la Biblia: “Cuando ascendió a lo alto, llevó cautiva una hueste de cautivos, y dio dones a los hombres” (Efesios 4:8). El Nuevo Testamento lista estos dones espirituales en varios lugares (fíjate, por ejemplo, en Romanos 12, 1 Corintios 12 y Efesios 4). Entre ellos hay dones como el de sanidad, de misericordia y de fe. Algunos creyentes sirven a la iglesia con dones de enseñanza o profecía o generosidad excepcional. No hay espacio aquí para tratar en detalle estos dones espirituales, pero existen varios libros sobre el tema ¡Aprovéchalos!

Más sobre el tema:Lee Hebreos 2:3-4. ¿De qué testifican los dones del Espíritu Santo?

9. El Espíritu te da poder para testificar. Cuando el Espíritu comienza a morar en ti, tu vida se convierte en un testimonio. Los cambios que realiza en ti dan evidencia del hecho de que Dios vive y es poderoso. Pero cuando eres bautizado en el Espíritu, también recibes el poder para ser un testigo. Te das cuenta de que surge de tu interior una audacia para testificar de tu fe a los demás. ¿De qué otra manera podrían los mismos discípulos que abandonaron a Jesús antes de su crucifixión haberse expresado con seguridad y poder en su nombre en el Día de Pentecostés? Su Señor ya lo había previsto: “Pero recibiréis poder, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos...” (Hechos 1:8).

Necesité de ese poder en un reciente vuelo. Al tomar mi asiento junto al pasillo, sentía que el Espíritu Santo quería que hablara con las dos damas a mi lado. De hecho, antes de terminar de ponerme el cinturón de seguridad, la señora en el centro preguntó: “¿Es usted predicador?” Esa fue toda la confirmación que necesité.

Más sobre el tema: Compara la cobardía de Pedro en Lucas 22:54-62 con su valentía en Hechos 2:14-41. ¡La diferencia radica en el Espíritu!

Las damas viajaban a una conferencia sobre psicología en Canadá. Al hablar francamente sobre la crianza de los hijos, los motivos para vivir y otras cuestiones delicadas, dos cosas se hicieron evidentes. Primero, ellas se oponían vehemente a la filosofía bíblica para la vida. No les interesaba dialogar amablemente— querían arrasar conmigo. Segundo, no eran las única que escuchaban. Parecía que todos los que nos rodeaban tenían la oreja parada y usé la Biblia para explicar los beneficios de disciplinar a los hijos y los peligros de la “autoestima”.

La que estaba sentada junto a la ventanilla no hacía ningún intento para disimular su desdén por lo que yo decía. Finalmente se dio vuelta y se durmió. Pero después de unos minutos de silencio, la señora sentada a mi lado dijo: “¿Sabe? No fue ninguna coincidencia el que usted se sentara aquí. Yo necesitaba oír algunas de estas cosas.”

¿Se postró en medio del pasillo y clamó pidiendo el perdón de Dios? No—pero parecía estar un poquito más cerca de tomar la decisión de recibir a Cristo. Y su amiga, aunque exteriorment sin cambio, por lo menos había escuchado la verdad.

¿Cómo sucedió esto? No merezco el mérito. El Espíritu Santo me motivó para que testificara—y me dio la audacia para declarar la verdad de Dios en una situación bastante intimidante.

El Espíritu Santo vino con la intención de ser real, poderoso e íntimamente amoroso en la vida del creyente. Llega a significar tanto para nosotros como si realmente poseyéramos la compañía personal de Jesús de Nazaret, caminando y hablando con nosotros en el camino, saturando nuestra vida con su presencia.9
— Donald Gee

10. El Espíritu te aconseja y te ayuda. Imagínate la tristeza de los discípulos al ir captando la verdad: su Maestro se iba. No sólo sería crucificado, sino que pronto regresaría a su Padre en el cielo. Pero aun después de anunciarlo, Jesús enseguida les aseguró que no los dejaría solos: “Y yo rogaré

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