All of Grace/How Repentance Is Given/es
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''Tu voluntad cual mía quede:''<br>''Tu ley, la regla de mi ser;''<br>''Mi corazón, tu Santa sede,''<br>''Mi dicha, siempre obedecer.”'' | ''Tu voluntad cual mía quede:''<br>''Tu ley, la regla de mi ser;''<br>''Mi corazón, tu Santa sede,''<br>''Mi dicha, siempre obedecer.”'' | ||
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- | El Señor puede dar arrepentimiento al menos digno, transformando en ovejas a los leones y en palomas a los cuervos. Confiemos en él para que se produzca en nosotros tan grande cambio. | + | El Señor puede dar arrepentimiento al menos digno, transformando en ovejas a los leones y en palomas a los cuervos. Confiemos en él para que se produzca en nosotros tan grande cambio. |
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+ | ==== La contemplación de la muerte de Cristo ==== | ||
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+ | Sin duda alguna reflexionar en la muerte de Cristo es uno de los modos más seguros y efectivos para alcanzar el arrepentimiento. No procures sacar el arrepentimiento de la fuente seca y corrupta de tu naturaleza. Suponer que puedes forzar que tu alma pase a ese estado de gracia es contrario a las leyes del razonamiento. Lleva tu corazón en oración al que lo comprende, diciendo: “Límpialo, Señor. Señor, renuévalo. Señor, obra tú el arrepentimiento en él.” Cuanto más procures producir sentimientos de arrepentimiento en ti mismo, más fracasarás, pero si con fe piensas que Jesús murió por ti, nacerá en ti el arrepentimiento. Medita, pues, en el Señor que de puro amor derramó la sangre de su corazón por ti. Reflexiona en la agonía y el sudor sangriento, en la cruz y la pasión, y al hacerlo así, aquel que cargó tanto dolor fijará su vista en ti y por medio de su mirada, hará contigo lo que hizo con Pedro, de manera que tú también saldrás para llorar amargamente. El que murió por ti puede hacer que mueras al pecado por medio de su Espíritu de gracia; y el que ha entrado en la gloria para tu bien puede atraer tu alma a él, apartándote del pecado. | ||
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+ | Me conformo con dejarte este pensamiento: no busques fuego debajo del hielo, ni esperes encontrar arrepentimiento en tu corazón natural. Mira al que vive para hallar vida. Confía en Jesús para darte todo lo que necesites entre las puertas del infierno y las puertas del cielo. No busques en ninguna otra parte nada de lo que a Jesús le encanta conceder; en cambio, acuérdate de que CRISTO ES TODO. |
Revision as of 15:05, 1 August 2008
Exaltado para dar arrepentimiento
Volvamos al texto maravilloso: “A éste Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.” Nuestro Señor Jesucristo ascendió para que la gracia descienda. Él emplea su gloria para extender mejor su gracia. El Señor no ha dado un solo paso hacia lo alto sino con el objeto de llevar a los creyentes hacia lo alto con él. Ha sido exaltado para dar arrepentimiento, lo cual comprobaremos si recordamos varias grandes verdades.
Jesús hace que el arrepentimiento sea posible, accesible y aceptable
La obra de nuestro Señor Jesús ha hecho que el arrepentimiento sea posible, accesible y aceptable. La ley no habla de arrepentimiento, si no que dice sencillamente: “El alma que pecare, esa morirá”. Si el Señor Jesús no hubiera muerto, resucitado y ascendido al Padre, ¿para qué servirían tu arrepentimiento o el mío? Podríamos sentir remordimiento de conciencia con todos sus horrores, pero no el verdadero arrepentimiento con sus esperanzas. El arrepentimiento, cuando es un sentimiento natural, es un deber común que no merece mayores elogios. Es un sentimiento tan comúnmente mezclado con el temor egoísta de ser castigado que, en el mejor de los casos, ni se tiene en cuenta. Si no hubiera intervenido Jesús, agregándole ricos méritos, nuestras lágrimas de arrepentimiento no valdrían más que unas gotas de agua derramadas en el suelo. Jesús es exaltado en las alturas para que en virtud de su intercesión ante Dios, nuestro arrepentimiento tenga valor. En este sentido nos da arrepentimiento, porque le otorga al arrepentimiento una posición en que es aceptable, que de otro modo jamás lo hubiera sido.
El Espíritu de Dios
Cuando Jesús fue exaltado en las alturas, el Espíritu de Dios fue derramado para producir en nosotros todos los dones de gracia que necesitamos. El Espíritu Santo crea en nosotros el arrepentimiento por medio de renovar nuestra naturaleza de un modo sobrenatural, y quitando de nuestro ser el corazón de piedra. ¡No te sientes frotándote los ojos para forzar que broten lágrimas imposibles! El arrepentimiento no proviene de una naturaleza rebelde, sino de la gracia gratuita y soberana. No entres en tu cámara a fin de pegarte el pecho para producir en un corazón de piedra sentimientos que no existen en él. En cambio, acude al Calvario y contempla la pasión y muerte de Jesús. Mira hacia lo alto de donde viene tu socorro. El Espíritu Santo ha venido expresamente para eclipsar el espíritu de los hombres y engendrar en ellos el arrepentimiento tal como antes se movía sobre el caos desordenado para producir orden. Eleva tu ruego a él: “Bendito Espíritu de Dios, mora en mí. Hazme blando y humilde de corazón para que aborrezca el pecado y me arrepienta sinceramente de él.” Él oirá tu clamor y te responderá.
Consagrando todas las obras de la naturaleza y de la providencia
Acuérdate también de que cuando el Señor Jesús fue exaltado, no solamente nos dio el arrepentimiento por medio de enviar el Espíritu Santo, sino también por medio de consagrar todas las obras de la naturaleza y de la Providencia para lograr la gran meta de nuestra salvación, a fin de que cualquiera de ellas pueda llamarnos al arrepentimiento, ya sea que cante, como el gallo que oyó Pedro, o retumbe, como el terremoto que espantó al carcelero de Filipos. Desde la diestra de Dios, nuestro Señor Jesús gobierna las cosas de la tierra haciéndolas obrar para la salvación de sus redimidos. Usa tanto lo amargo como lo dulce, las tristezas como las alegrías, para producir en los pecadores una mejor disposición hacia Dios. Sé agradecido por algún acto de la Providencia que te ha hecho pobre, enfermo o triste, porque Jesús obra en la vida de tu espíritu por medio de estas cosas y te acerca a él. La misericordia del Señor a menudo viene cabalgando hacia nuestra puerta sobre el corcel negro de la aflicción. Jesús se vale de toda la gama de nuestra experiencia para destetarnos del mundo y atraernos al cielo. Cristo ha sido exaltado al trono celestial y terrenal para que, por medio de todos los procesos de su providencia, someta los corazones endurecidos hasta lograr el bendito ablandamiento del arrepentimiento.
Está obrando ahora mismo
Además, está obrando ahora mismo por medio de todos sus susurros a la conciencia, por medio de su Libro inspirado, por medio de nosotros que hablamos basados en el Libro y por las oraciones de los amigos y de los corazones sinceros. Él te puede enviar una palabra que hiera tu corazón de piedra, como la vara de Moisés, y haga brotar ríos de arrepentimiento. Él puede traer a tu mente algún texto de las Sagradas Escrituras que quebrante tu corazón y te conquiste instantáneamente. Puede ablandarte misteriosamente y, cuando menos lo pienses, causar que un sentimiento de santidad invada tu alma. Puedes estar seguro de esto, que aquel que ha ascendido a la gloria, que ha sido ensalzado hasta el esplendor y majestad de Dios, tiene abundantes maneras de obrar el arrepentimiento en aquellos a quienes otorga perdón. En este mismo momento está esperando darte arrepentimiento. Pídeselo ya mismo.
A los menos dignos
Fíjate en el hecho, para tu consuelo, de que el Señor Jesucristo da este arrepentimiento a los menos dignos del mundo. Fue exaltado para dar arrepentimiento a Israel. ¡A Israel! En los días que dijo el apóstol esto, Israel era la nación que más había pecado contra la luz y contra el amor, coronando su obra de infamia con la crucifixión del Señor, hasta el colmo de decir: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.” ¡Estos israelitas eran los asesinos de Jesús; y no obstante, éste fue exaltado para darles el arrepentimiento! ¡Qué maravilla de gracia! Escucha pues; si tú has sido criado a la luz cristiana más resplandeciente pero la has rechazado, hay todavía esperanza para ti. Aun cuando hayas pecado contra tu conciencia, contra el Espíritu Santo, contra el amor de Jesús, todavía hay lugar para el arrepentimiento. Aunque estés tan endurecido como la Israel incrédula de antaño, todavía es posible tu ablandamiento, ya que Jesús ha sido exaltado y revestido de poder infinito. Jesús fue exaltado para dar arrepentimiento a los que han llegado al colmo de la perversidad, y han pecado con serios agravantes. ¡Dichoso quien, como yo, tiene un evangelio tan pleno para proclamar! ¡Dichoso tú que tienes el privilegio de escucharlo!
Los corazones de los hijos de Israel se habían endurecido como una roca irrompible. Lutero creía imposible la conversión de un judío. Aunque distamos mucho de coincidir con él, tenemos que admitir que la simiente de Israel ha sido tremendamente obstinada en rechazar al Señor durante todos estos siglos. Dijo el Señor la verdad: “Israel nada quería de mí.” Jesús “vino a lo suyo, y los suyos no le recibieron.” No obstante, para bien de Israel nuestro Señor Jesús fue exaltado a fin de dar arrepentimiento y perdón de pecados. Mi lector probablemente no sea judío, pero a pesar de ello, puede tener un corazón muy obstinado que por muchos años se ha resistido al Señor Jesús. Si éste es tu caso, aún así puede nuestro Señor obrar el arrepentimiento. Bien puede ser que todavía tengas que escribir, constreñido por el amor divino, palabras como las del autor de las interesantes obras: “Libro de cada día,” quien en el pasado había sido un incrédulo obstinado. Vencido por la gracia soberana escribió:
“Al corazón más altanero
Has quebrantado, Dios, en mí;
El yo más terco y más fiero
Has bien domado para ti.
Tu voluntad cual mía quede:
Tu ley, la regla de mi ser;
Mi corazón, tu Santa sede,
Mi dicha, siempre obedecer.”
El Señor puede dar arrepentimiento al menos digno, transformando en ovejas a los leones y en palomas a los cuervos. Confiemos en él para que se produzca en nosotros tan grande cambio.
La contemplación de la muerte de Cristo
Sin duda alguna reflexionar en la muerte de Cristo es uno de los modos más seguros y efectivos para alcanzar el arrepentimiento. No procures sacar el arrepentimiento de la fuente seca y corrupta de tu naturaleza. Suponer que puedes forzar que tu alma pase a ese estado de gracia es contrario a las leyes del razonamiento. Lleva tu corazón en oración al que lo comprende, diciendo: “Límpialo, Señor. Señor, renuévalo. Señor, obra tú el arrepentimiento en él.” Cuanto más procures producir sentimientos de arrepentimiento en ti mismo, más fracasarás, pero si con fe piensas que Jesús murió por ti, nacerá en ti el arrepentimiento. Medita, pues, en el Señor que de puro amor derramó la sangre de su corazón por ti. Reflexiona en la agonía y el sudor sangriento, en la cruz y la pasión, y al hacerlo así, aquel que cargó tanto dolor fijará su vista en ti y por medio de su mirada, hará contigo lo que hizo con Pedro, de manera que tú también saldrás para llorar amargamente. El que murió por ti puede hacer que mueras al pecado por medio de su Espíritu de gracia; y el que ha entrado en la gloria para tu bien puede atraer tu alma a él, apartándote del pecado.
Me conformo con dejarte este pensamiento: no busques fuego debajo del hielo, ni esperes encontrar arrepentimiento en tu corazón natural. Mira al que vive para hallar vida. Confía en Jesús para darte todo lo que necesites entre las puertas del infierno y las puertas del cielo. No busques en ninguna otra parte nada de lo que a Jesús le encanta conceder; en cambio, acuérdate de que CRISTO ES TODO.