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Revision as of 22:51, 31 July 2008 by Kirstenyee (Talk | contribs)
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Vive eternamente

Nos hemos referido continuamente al Cristo crucificado, el cual es la gran esperanza del culpable, pero es indispensable que nos acordemos que nuestro Señor resucitó de entre los muertos y vive eternamente.

Dios no te pide que creas en un Cristo muerto, sino en un Redentor que murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación. Por esto, puedes acudir a Jesús ya, como a un amigo vivo y presente. No se trata de un mero recuerdo, sino de una persona continuamente existente quien desea oír tus oraciones y contestarlas. Él vive con el propósito de continuar la obra por la cual sacrificó su vida. Está intercediendo por los pecadores a la diestra del Padre, y por eso es poderoso “para salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios.” Acude a él y entrégate a este Salvador vivo, si no lo has hecho ya.

Gloria y poder

Este Jesús vivo fue levantado a una posición eminente de gloria y poder. Hoy no sufre como “el humillado ante sus enemigos”, ni trabaja como “el hijo del carpintero”, sino que ha sido exaltado muy por encima de todo principado y potencia y todo nombre. El Padre le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra, y está llevando a cabo esta misión gloriosa y su obra de gracia. Escucha bien lo que Pedro y los otros apóstoles testifican acerca de él ante el sumo sacerdote y todo el concilio:

“El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.” –Hechos 5:30, 31.

La gloria que rodea al Señor ascendido debiera dar esperanza a todo corazón creyente. Jesús no es una persona cualquiera, es un Salvador grande y glorioso. Es el Redentor exaltado como Príncipe y coronado como tal. Ha sido investido de la prerrogativa soberana sobre la vida y la muerte. El Padre ha puesto a todos los hombres bajo la soberanía mediadora del Hijo para dar vida a quien quiere. Él abre y nadie cierra. El alma presa por las cuerdas del pecado y de la condenación puede quedar libre inmediatamente por el poder de su palabra. Él extiende el cetro de plata, y cualquiera que lo toca, vive.

Es bueno para nosotros que así como vive el pecado, y vive la carne y vive el diablo, vive también Jesús; y es bueno también que cualquiera que sea el poder de ellos para arruinarnos, infinitamente mayor es el poder de Jesús para salvarnos.

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