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==== Ser justificado es cosa maravillosa ====  
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Cosa maravillosa es ésta de ser justificado o hecho justo. Si nunca hubiésemos quebrantado las leyes de Dios, no habría necesidad de tal justificación, pues seríamos naturalmente justos. Quien toda su vida ha hecho lo que debiera hacer, y nunca ha hecho nada que no debiera hacer, está justificado ante la ley. Pero estoy seguro de que tú, querido lector, no te cuentas entre ellos. Eres demasiado honrado para pretender ser limpio de todo pecado, y por lo tanto necesitas ser justificado.  
Cosa maravillosa es ésta de ser justificado o hecho justo. Si nunca hubiésemos quebrantado las leyes de Dios, no habría necesidad de tal justificación, pues seríamos naturalmente justos. Quien toda su vida ha hecho lo que debiera hacer, y nunca ha hecho nada que no debiera hacer, está justificado ante la ley. Pero estoy seguro de que tú, querido lector, no te cuentas entre ellos. Eres demasiado honrado para pretender ser limpio de todo pecado, y por lo tanto necesitas ser justificado.  
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Pues bien, si te justificas a ti mismo, te engañas miserablemente. Por lo mismo, no se te ocurra hacerlo. No vale la pena.  
Pues bien, si te justificas a ti mismo, te engañas miserablemente. Por lo mismo, no se te ocurra hacerlo. No vale la pena.  
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Si pides a otro mortal que te justifique, ¿qué podrá hacer? Alguien te alabaría por unos pesos, otro te calumniaría por menos. Poco vale el juicio de ellos.  
Si pides a otro mortal que te justifique, ¿qué podrá hacer? Alguien te alabaría por unos pesos, otro te calumniaría por menos. Poco vale el juicio de ellos.  
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Nuestro texto dice: “Dios es el que justifica”, y esto sí que va al grano. Este hecho es asombroso, es un hecho que debemos considerar detenidamente. ¡Ven y ve!
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Nuestro texto dice: “Dios es el que justifica”, y esto sí que va al grano. Este hecho es asombroso, es un hecho que debemos considerar detenidamente. ¡Ven y ve!  
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==== A nadie más que a Dios se le ocurriría ====
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En primer lugar, a nadie más que a Dios se le ocurriría justificar a personas culpables. Se trata de personas que han vivido en franca rebeldía, obrando mal con ambas manos; de personas que han ido de mal en peor; de personas que han vuelto al mal aun después de castigadas y de haber sido forzadas a dejar de cometer el mal por algún tiempo. Han quebrantado la ley y pisoteado el evangelio. Han rechazado las proclamas de misericordia y persistido en su impiedad. ¿Cómo podrán tales personas obtener perdón y justificación? Sus conocidos los dan por desahuciados diciendo: “Son casos perdidos.” Aun los cristianos los miran con tristeza en lugar de esperanza. El Señor, en el esplendor de su gracia electiva, habiendo escogido a algunos desde antes de la fundación del mundo, no reposará hasta haberles justificado y hecho aceptos en el Amado. ¿No está escrito: “A los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó?” Por esto, puedes ver que el Señor ha resuelto justificar a algunos y ¿por qué no contarnos tú y yo en este número?
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Nadie más que un Dios pensaría en justificarme a mí. Me maravillo de mí mismo.  No dudo que la gracia divina se manifiesta igualmente en otros. Contemplo a Saulo de Tarso “respirando amenazas y muerte” contra los siervos del Señor. Como lobo rapaz espantaba a las ovejas del Señor por todas partes; no obstante, Dios le detuvo en el camino a Damasco y cambió su corazón justificándolo totalmente, tan plenamente que pronto este perseguidor llegó a ser el más gran predicador de la justificación por la fe que haya vivido sobre la faz de la tierra. Con frecuencia ha de haberse maravillado de haber sido justificado por la fe en Cristo Jesús, ya que antes había sido un tenaz fanático defensor de la salvación mediante las obras de la ley. Nadie más que Dios podía haber pensado en justificar a un hombre como Saulo, el perseguidor de los cristianos. Pero el Señor Dios es glorioso en su gracia.

Revision as of 19:36, 29 July 2008

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Ser justificado es cosa maravillosa

Cosa maravillosa es ésta de ser justificado o hecho justo. Si nunca hubiésemos quebrantado las leyes de Dios, no habría necesidad de tal justificación, pues seríamos naturalmente justos. Quien toda su vida ha hecho lo que debiera hacer, y nunca ha hecho nada que no debiera hacer, está justificado ante la ley. Pero estoy seguro de que tú, querido lector, no te cuentas entre ellos. Eres demasiado honrado para pretender ser limpio de todo pecado, y por lo tanto necesitas ser justificado.

Pues bien, si te justificas a ti mismo, te engañas miserablemente. Por lo mismo, no se te ocurra hacerlo. No vale la pena.

Si pides a otro mortal que te justifique, ¿qué podrá hacer? Alguien te alabaría por unos pesos, otro te calumniaría por menos. Poco vale el juicio de ellos.

Nuestro texto dice: “Dios es el que justifica”, y esto sí que va al grano. Este hecho es asombroso, es un hecho que debemos considerar detenidamente. ¡Ven y ve!

A nadie más que a Dios se le ocurriría

En primer lugar, a nadie más que a Dios se le ocurriría justificar a personas culpables. Se trata de personas que han vivido en franca rebeldía, obrando mal con ambas manos; de personas que han ido de mal en peor; de personas que han vuelto al mal aun después de castigadas y de haber sido forzadas a dejar de cometer el mal por algún tiempo. Han quebrantado la ley y pisoteado el evangelio. Han rechazado las proclamas de misericordia y persistido en su impiedad. ¿Cómo podrán tales personas obtener perdón y justificación? Sus conocidos los dan por desahuciados diciendo: “Son casos perdidos.” Aun los cristianos los miran con tristeza en lugar de esperanza. El Señor, en el esplendor de su gracia electiva, habiendo escogido a algunos desde antes de la fundación del mundo, no reposará hasta haberles justificado y hecho aceptos en el Amado. ¿No está escrito: “A los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó?” Por esto, puedes ver que el Señor ha resuelto justificar a algunos y ¿por qué no contarnos tú y yo en este número?

Nadie más que un Dios pensaría en justificarme a mí. Me maravillo de mí mismo. No dudo que la gracia divina se manifiesta igualmente en otros. Contemplo a Saulo de Tarso “respirando amenazas y muerte” contra los siervos del Señor. Como lobo rapaz espantaba a las ovejas del Señor por todas partes; no obstante, Dios le detuvo en el camino a Damasco y cambió su corazón justificándolo totalmente, tan plenamente que pronto este perseguidor llegó a ser el más gran predicador de la justificación por la fe que haya vivido sobre la faz de la tierra. Con frecuencia ha de haberse maravillado de haber sido justificado por la fe en Cristo Jesús, ya que antes había sido un tenaz fanático defensor de la salvación mediante las obras de la ley. Nadie más que Dios podía haber pensado en justificar a un hombre como Saulo, el perseguidor de los cristianos. Pero el Señor Dios es glorioso en su gracia.

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