The Wisdom of Men and the Power of God/es

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Instalación de John Piper

1 Corintios 2:1-5 

Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Consideraría que mi vida ha tenido sentido si pudiera predicar, vivir y morir como el apóstol Pablo, quien escribió estas palabras en 1 Corintios 2:1–5. Si ustedes abren la Biblia en este pasaje del Nuevo Testamento, podríamos ver un poco de lo que un predicador debería tratar de lograr con su trabajo y cómo él y su gente pueden asegurarse de que van a lograr esto.

Bajo la Autoridad de la Palabra

A W.A. Criswell, pastor de una gigantesca iglesia en Dallas, le preguntó una vez un hombre que tenía su negocio al otro lado de la calle: "Dr. Criswell, yo creí que usted era pastor de una iglesia Bautista. ¿Cómo es que toda su gente lleva libros de oración a la iglesia los Domingos?" Criswell sonrió y dijo, "Señor, somos Bautistas y esas son Biblias, no libros de oración."

Los Bautistas en todo el mundo tienen la reputación de insistir a que todo hombre y mujer lean la Biblia, y yo quiero mantener esa gran tradición. Si pudiera escoger un sonido simbólico con el que se pudiera identificar a la Iglesia Bautista de Belén, ¿saben cuál sería? El sonido de las hojas de 500 Biblias volteándose simultáneamente en los textos matutinos y vespertinos.

Esta es la razón: la fuente de mi autoridad en este púlpito no es—como ya veremos—mi sabiduría; tampoco es una revelación privada que se me dio más allá de la revelación de la Escritura. Mis palabras tienen autoridad únicamente en la medida en que son una repetición, despliegue y adecuada aplicación de las palabras de la Escritura. Tengo autoridad únicamente cuando estoy bajo autoridad. Y nuestro símbolo corporativo de esa verdad es el sonido de sus Biblias abriéndose. Mi profunda convicción sobre la predicación es que un pastor debe mostrar a la gente que lo que él está diciendo ya fue dicho o está implícito en la Biblia. Si no puede ser demostrado, no tiene autoridad especial.

Siento pena del pastor que incrementa su propia carga al tratar de tener nuevas ideas para predicar a su gente. En cuanto a mi, no tengo nada de valor para decirles, pero Dios si, y espero y oro para que nunca me canse de hablar de esa palabra. La vida de la iglesia depende de ello.

El Dr. Criswell da una amonestación a los pastores, la cual pienso que es correcta y la veo como un gran reto. Él dice:

Cuando un hombre va a la iglesia generalmente escucha a un predicador en el púlpito repetir todo lo que ha leído en las editoriales, en los periódicos y en las revistas. En los comentarios de televisión escucha lo mismo una y otra vez, bosteza, y sale a jugar golf los domingos. Cuando un hombre viene a la iglesia, lo que en realidad te está diciendo es “Pastor, ya sé lo que tienen que decir los comentaristas de televisión, los escucho todos los días. Ya sé lo que los editorialistas tienen que decir, lo leo a diario. Ya sé lo que las revistas tienen que decir, las leo todas las semanas. Pastor, lo que quiero saber es si Dios tiene algo que decir. Si es así, díganos qué es”.

El objetivo del Ministerio de Pablo: Fe en el Poder de Dios

Veamos 1 Corintios 2:1–5. Pablo pasó cerca de 18 meses en Corinto en su primera visita. Ahora les escribe su primera carta para advertir a los creyentes que no deben basar su fe en la sabiduría de los hombres en lugar de en el poder de Dios. Una de las maneras en que hace esto es recordarles cuál fue su propósito al venir a ellos y cómo vino. Primero hablaremos sobre el propósito del ministerio de Pablo (y nuestro).

Versículo 5: su propósito fue que "vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios". Pablo lo dijo una y otra vez: "y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre" (Rom. 1:5). El propósito de la vida de Pablo es el propósito de la mía, y debería ser el propósito de todo pastor, de todo estudiante seminarista, de todo maestro de escuela dominical, y de todo creyente que habla a otras personas: producir y construir la fe.

Pasó en los días de Pablo y creo que prolifera en nuestros días—en las iglesias y en la televisión y en la radio—el tratar de aumentar la fe llamando la atención sobre las cosas erróneas. Esto tiene un efecto devastador en la misión de Cristo y en la iglesia, y podemos ver esto al analizar más de cerca el versículo 5.

¿Por qué es tan crucial que nuestra fe no se base en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios? ¿Realmente importa en qué se basa nuestra fe siempre y cuando Cristo sea el objeto de nuestra fe? Para Pablo lo que un predicador ofrecía como la base de la fe hacia una gran diferencia, ¿por qué?

La razón se puede encontrar en el capítulo 1. Es ésta: si tratas de basar la fe salvadora en la "sabiduría de los hombres" deja de ser fe salvadora porque el contenido de esa fe es considerado una tontería por la sabiduría del mundo. La fe genuina, y con ella, la vida eterna, está en juego en la base que ofrecemos para la fe. Es posible ofrecer una base para la fe que arruine la fe. Hay un tipo de fundación que destruirá la superestructura de la fe. Es por eso crucial para nuestra fe que no nos basemos en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios—porque si se basa en la sabiduría de los hombres es un espejismo, una fe falsa.

La Sabiduría de los hombres

¿Por qué? ¿Qué es lo que hace que la sabiduría de los hombres sea destructiva para la fe? En los versículos 1 y 2 hay un contraste entre tratar de llevar un testimonio de Dios con palabras superiores de sabiduría por un lado, y predicando sobre Jesús Cristo crucificado, por el otro. No sería entonces correcto decir que para Pablo la "sabiduría de los hombres" es, al menos, un uso de la mente humana al que se le ocurren ideas contrarias al significado de la muerte de Cristo. O por ponerlo de otra forma, si estamos siguiendo los mandatos de la mera sabiduría humana, el hecho de que el Rey y Creador del mundo fue ejecutado como un criminal porque somos unos horribles pecadores sería visto simplemente como una tontería intolerable.

Veamos 1 Corintios 1:18 para confirmar esto. Recuerden que lo que estamos preguntando es: ¿Qué es lo que hace que la sabiduría de los hombres sea destructiva cuando tratamos de convertirla en una base para la fe? Versículo 18: "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha destruido Dios la sabiduría del mundo?" La manera en que Dios destruye la "sabiduría del mundo" (que es lo mismo que la "sabiduría de los hombres" en 2:5) es planeando una vía de salvación que sería ofensiva para la sabiduría del mundo, esto es, la salvación a través de la ignominiosa ejecución del hijo de un humilde carpintero judío que se convirtió en predicador, quien resultó ser el Hijo de Dios.

La palabra de la cruz es locura para la sabiduría de este mundo. Es por eso que la sabiduría de los hombres es destructiva para la fe y porqué Pablo estaba y nosotros deberíamos estar muy preocupados por que nadie acuda a la sabiduría de los hombres como la base de su fe sino que todos acudan al poder de Dios.

De manera que la sabiduría de los hombres es destructiva para la fe porque ve la palabra de la cruz como locura. ¿Por qué? ¿Qué hay en la sabiduría humana que causa que Cristo crucificado sea visto como una locura? Pablo nos da la respuesta, creo yo, en el capítulo 1, versículos 26 y siguientes: "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; (e.j. estándares mundanos) sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte". Ahora veamos su propósito en el versículo 29: "a fin de que nadie se jacte en su presencia". Dios se ha puesto en contra de la sabiduría del mundo para que nadie se jacte ante Dios. La clara implicación es que en la raíz de lo que Pablo llama "sabiduría de los hombres" está el orgullo.

Así que de todos estos versículos, sugiero tomar esta definición de la "sabiduría del mundo": es el uso de la mente humana para lograr y mantener una base para jactarse ante Dios y los hombres. Ahora comienza a hacerse realmente claro porqué la simple sabiduría humana ve la cruz de Cristo como una locura. La muerte de Cristo en la cruz es tal radical acusación de nuestra horrenda naturaleza pecadora, que la sabiduría humana tiene que sacar sus armas más fuertes para destruir la cruz, no sea que pierda su base para jactarse.

Hay dos posibles respuestas para la muerte de Cristo por nuestro pecado: podemos verla como una locura y así mantener nuestra auto-suficiencia y orgullo, o podemos verla como sabiduría y morir con Cristo. Hay solo un camino que lleva a la vida. Pablo lo expresa así en Gálatas 6:14: "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo". Si ponemos nuestra confianza en Cristo crucificado por nuestra salvación, morimos al mundo; lo que significa que renunciamos a toda razón para jactarnos de todo lo que el mundo, incluyendo nuestra propia mente, puede ofrecer. Pero dado que la "sabiduría de los hombres" está 100% entregada a mantener las razones para jactarse, siempre rechazará a Cristo crucificado e intentará desactivar su poder llamándolo locura.

Así que esto es lo que hemos visto hasta ahora: en primer lugar la meta del ministerio de Pablo y del mío, y espero que del suyo, es producir y fortalecer la fe. En segundo lugar, es posible tratar de producir fe llamando la atención hacia las cosas erróneas y dando una base defectuosa, en este caso, la sabiduría de los hombres en lugar del poder de Dios. Es destructiva la fe si tratamos de basarla en la mera sabiduría humana. La razón para esto es en tercer lugar, que la sabiduría del mundo ve la palabra de la cruz como locura y así aleja a los hombres de la cruz. En cuarto lugar, la razón por la que la sabiduría de los hombres ve la cruz como locura es que la sabiduría humana es el uso de la mente para obtener y mantener el orgullo, pero la fe en Cristo crucificado es morir al orgullo y renunciar a todas las razones para jactarse, excepto una: ¡aquel que se gloríe, gloríese en el Señor

El Poder de Dios

De manera que, ¿no es razonable ni urgente que en nuestro esfuerzo por producir y fortalecer la fe, llamemos la atención de la gente no a la sabiduría de los hombres, sino al poder de Dios? Y ahora debemos preguntar qué es eso. Capítulo 1, versículo 18: "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios." Versículo 23 y los siguientes: "pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios".

Entonces, el poder de Dios en 2:5 en donde debe apoyarse nuestra fe es el poder divino desatado por la muerte de Cristo para salvar a los pecadores, y justificar a los impíos. Cuando Jesús era más débil en su agonía en la cruz, el poder de Dios estaba en su punto más fuerte, levantando el peso infinito del pecado y condenación de los hombros de todos aquellos que creerían en él. Porque Jesús murió y corrió con el castigo de nuestro pecado, todo el poder de Dios, que creó el universo, fue liberado para beneficio de los elegidos de Dios. Como dijo Pablo en Romanos 8:32: "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, (por su infinito poder) ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"

No nos equivoquemos aquí, así como la sabiduría de Dios es locura para los hombres, así el poder de Dios es visto por los hombres como debilidad. Dios así lo quiere: capítulo 1, versículo 27: "lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte". El poder divino en el cual se apoya nuestra fe no es el poder de May Day en Red Square; no es el poder de los grandes negocios o de la votación en bloque; no es el poder de la inteligencia personal y autoafirmación. El poder en el cual se apoya la fe salvadora es el poder de la gracia divina que sostiene a los corazones humildes y llenos de amor y que se irradia a través de la debilidad. Ese es el poder inimitable que vemos en Cristo—dócilmente, humildemente, con mucho amor, yendo a la cruz por nuestros pecados. El poder de la gracia de Dios que sostiene al humilde, amoroso corazón de Cristo irradiándose a través de su debilidad: este es el apoyo de la fe salvadora y la demostración del Espíritu y del poder (2:4).

De manera que me comprometo como su pastor, y los llamo para que se comprometan como ministros en la iglesia a actuar y hablar en una forma que lleve a la gente a confiar no en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios.

Los Medios del Ministerio de Pablo: Sufrimiento y Debilidad

Ahora cambiemos nuestro enfoque del propósito del trabajo de Pablo a la forma en que lo logró. Antes mencioné que en nuestros días, al igual que en los días de Pablo, hay traficantes del evangelio que parecen haber olvidado que en el corazón de nuestra fe hay "una vieja cruz arrugada, un emblema de sufrimiento y vergüenza" y que confiar en Cristo crucificado significa estar identificado con él en la humillación de su muerte, y que solo en los tiempos por venir seremos glorificados con él, y mientras dure este tiempo caminaremos por el camino del Calvario. Para estar seguros, no sin gozo—indescriptible gozo y llenos de la esperanza de la gloria—pero siempre gozosos en la debilidad, insultos, privaciones, persecuciones, y calamidades.

Cuidado con los predicadores ingenioso que nunca mencionan estas cosas, para quienes la cruz es un mero símbolo, para quienes la excesiva pecaminosidad de nuestros corazones es rara vez mencionada, quienes usan el poder, la sabiduría, fama y lujos para llamar a los Americanos egocéntricos de clase media que se consideren Cristianos sin sacrificar su orgullo y autosuficiencia.

Contrastando al apóstol Pablo: 1 Corintios 2:3, "Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor". Pablo nunca hubiera llegado a las cadenas televisivas. Recuerden lo que sus enemigos decían de él en 2 Corintios 10:10, "Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable". Hay un tipo de cristianismo hoy en día que se hubiera preguntado de Pablo, "¿qué de bueno puede él hacer para Cristo? Solamente va a decepcionar a todos. Lo que Cristo necesita es gente brillante, gente con educación, poder, estatus, estilo. De otra forma, ¿cómo vamos a poder vender la imagen de Jesús al público y evangelizar a América?"

La pregunta de Pablo no era tanto "¿qué puedo hacer por Cristo?" sino más bien, "¿qué puede hacer Cristo por el mundo a través de alguien indigno como yo?" no se preguntaba, "¿cuánto poder puedo yo demostrar por Jesús?" sino, "¿cuánto poder Jesús puede demostrar a través de mi debilidad?" ¿Recuerdan 2 Corintios 12:8 y los siguientes versículos? Pablo dijo acerca de un padecimiento especial que él tenía: "respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo".

Pablo sabía que si iba a ser un agente del Cristo crucificado para ganar gente en su fe, debía seguir el camino del Calvario. Esto es, tenía que atraer la atención de la gente no a su propio poder, sabiduría, estatus o estilo, sino al poder de Dios que se perfecciona en la debilidad. Sabía que si el poder, la belleza, la inteligencia o clase humanos se llevaban la atención, cualquier conversión que se diera no seria una conversión al Cristo crucificado.

Si es el poder de Dios manifiesto en la debilidad y muerte de Cristo que despierta y sostiene la fe salvadora (como dice 2:5), entonces la manera de reflejar ese poder en nuestras vidas para el bien de otros es llevar la muerte de Jesús en nuestros propios cuerpos. Así es como Pablo describió el poder de su propio ministerio. Dijo en 2 Corintios 4:7–11: "Pero tenemos este tesoro (del evangelio) en vasos de barro (nuestros cuerpos débiles), para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal."

Ahora, espero que comprendan cuando digo que vengo a ustedes como su pastor con debilidades (que conocerán muy pronto) y en temor y temblor. No es que no confíe en el poder y las promesas de Dios sino que no confío en mi mismo. No es que vaya a fallar—lo que para el mundo es fallar—sino que puedo tener éxito en mis propias fuerzas y sabiduría y fallarle a Dios.

Existe una paradoja aquí. Se nos ha dicho: No tengan miedo. "Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa." Sin embargo Pablo tiembla cuando asume la predicación del evangelio, tiemblo con la asombrosa responsabilidad de ministrar la palabra a esta iglesia. ¿Es acaso porque a Pablo y a mi nos falta fe? En parte si. Señor, yo creo, mas ayuda mi incredulidad.

Pero existe otra razón por la que temblamos. Durante esta era en que el pecado en el corazón humano persiste aun entre la gente de Dios, y en donde la tentación de auto-exaltación y auto-suficiencia es incesante, Dios ha dispuesto que sus siervos tiemblen con un profundo sentido de insuficiencia de manera que nunca nos olvidemos de que es el poder de Dios y no la sabiduría del hombre la que produce y sostiene la fe salvadora.

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