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Mateo 3:16-4:4
“Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y Él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre Él. Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido”. “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Pero Él respondiendo, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.


A lo largo de este año hemos visto en Hechos 13 a los profetas y maestros de Antioquia ayunar, y hemos oído a Jesús decirnos que cuando el novio, es decir, Él mismo, fuese llevado de este mundo, entonces sus invitados, es decir, nosotros, sus discípulos, ayunaríamos. Y hoy podemos ver a Jesús, el Hijo de Dios, ayunando.


Espero dos cosas de este mensaje.
Espero que este mensaje logre dos cosas. Una es que conozcamos mejor a Jesús. La semana pasada le oímos hacer una maravillosa declaración: que el novio había venido (Dios se llamaba a sí mismo el novio y esposo de Israel en el Antiguo Testamento). Ahora, Jesús nos ésta diciendo: el novio está aquí. Hoy en día vemos a Jesús en este texto como representante y cabeza de un nuevo Israel, como un nuevo Josué preparándose para llevar a su pueblo a la tierra prometida, no sin antes ser probado en el desierto.


Lo segundo que espero, además de conocer mejor a Jesús, es que comprendamos mejor el ayuno y veamos más en profundidad su valor espiritual para nosotros como individuos y como iglesia. Creo que debería darnos tranquilidad, comprender que el Hijo de Dios comenzó su ministerio con un ayuno de 40 días. Deberíamos detenernos por un momento y pensar en esto. Deberíamos preguntarnos: ¿qué hay sobre mí, Señor? ¿Puedo enfrentarme a los grandes retos de mi vida cristiana sin participar del ayuno de Jesús?
¿Podemos como iglesia experimentar la plenitud del poder y la bendición de Cristo sin buscar humildemente al Señor por medio del ayuno? Estos días son cruciales. Siento conmoción en mi corazón por lo que Dios está preparando para nosotros.


Cuando el personal de la iglesia ayunó el miércoles pasado y oró, el Señor nos dio palabras llenas de esperanza. El último párrafo de mi informe anual de 1994 decía así:
“Y finalmente, gracias a todos ustedes por su oración y su constante aliento. Soy feliz en este trabajo porque ustedes han estado orando. ¡Qué privilegio es estar aquí! Hay una brisa fresca en el aire. Mis velas están izadas. El cielo se está aclarando. El Señor está a bordo y me dice que lograré una buena pesca de hombres no muy lejos de la orilla.


¡Mi corazón anhela que Dios trabaje más profundamente en medio de nosotros! Un trabajo que verá cada semana un nuevo nacimiento sobrenatural en sus vidas ungidas en estas ciudades. Por eso el ayuno es primordial. Charles Spurgeon, un pastor londinense del siglo pasado dijo: “Nuestros tiempos de ayuno y oración en el Tabernáculo han sido de cierto días importantes; nunca antes se han abierto las puertas del Cielo tan ampliamente; nunca antes nuestros corazones han estado tan cerca de la Gloria”.
Mi corazón anhela que nosotros como iglesia estemos más cerca de la Gloria Central, que estemos tan cerca del fuego que nos queme el celo de Jesús por su nombre y por este mundo en deterioro. Veamos ahora Su ayuno.


El ayuno de Jesús durante cuarenta días.
Mateo 3:16 dice que “después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre Él”. Claro que el Espíritu Santo siempre había estado con Jesús; Él fue concebido por el Espíritu Santo. Pero éste fue un ungimiento especial, o derramamiento, o bautizo, que permanecería sobre Jesús durante sus tres años de ministerio público. Jesús fue bautizado para identificarse con nosotros en su sumisión a las leyes y a la justicia de Dios. El Espíritu Santo descendió sobre él, igual que lo hace sobre nosotros, para darle poder y guiarlo ante las grandes exigencias de su ministerio.


El Padre complacido y la guía del Espíritu.
Cuando el Espíritu se posaba sobre Jesús, Dios Padre dijo (v. 17): "Este es mi Hijo amado en quien me he complacido". Uno de los maravillosos efectos de estas palabras es asegurarle a Jesús y a nosotros que el fuego de la aflicción y del dolor que Jesús estaba a punto de experimentar NO se debía al desagrado de su Padre.
Esto es especialmente importante si vemos en el siguiente versículo (Mateo 4:1) cuál es la primera obra del Espíritu en el ministerio de Jesús. Dice que "entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo". La primera obra del Espíritu en el ministerio de Jesús es llevarlo al desierto y exponerlo a las pruebas de Satanás.


Jesús se prepara para el combate por medio del ayuno.

Guiado por el Espíritu, Jesús se preparó para su encuentro con el demonio por medio del ayuno. Fue la voluntad del Espíritu de Dios que el Hijo de Dios fuera probado antes de comenzar su ministerio, y también fue su voluntad que Jesús triunfara en sus pruebas por medio del ayuno. Jesús triunfó sobre el gran enemigo de su alma por medio del ayuno.


Creo que esta historia debería sacudirnos. Ahí está Jesús, de pie bajo el umbral del ministerio público más importante de la historia del mundo. De su obediencia y rectitud depende la salvación del mundo. Nadie podrá escapar de la condenación de no ser por este ministerio de obediente sufrimiento, muerte y resurrección. Fue la voluntad de Dios que en su inicio este ministerio estuviese amenazado por la destrucción, es decir, las tentaciones de Satanás para abandonar el camino de humildad, sufrimiento y obediencia. De entre las cientos de cosas que Jesús podía haber hecho para luchar contra esta tremenda amenaza a la salvación, Él fue guiado al ayuno. ¡Al ayuno!


Si Satanás hubiera tenido éxito al disuadir a Jesús del camino de una humilde, sufrida obediencia, no hubiera habido salvación. Aún estaríamos en nuestro pecado y sin esperanza. Por consiguiente, debemos nuestra salvación al fiel ayuno de Jesús; éste es un importante homenaje al ayuno. Detengámonos aquí un momento, pensemos en ello. Jesús comenzó su ministerio ayunando. Y triunfó sobre su enemigo con el ayuno.


Deuteronomio 8:2–3 es semejante a Mateo 4:1–4.
Ahora, vayamos a Deuteronomio 8 para ver el significado completo de esto. Cada vez que Jesús responde a las tres tentaciones del demonio en el desierto, cita un versículo del libro de Deuteronomio. "No solo de pan vive el hombre" (Deuteronomio 8:3); "No tentarás al Señor tu Dios" (Deuteronomio 6:16); y "Temerás sólo al SEÑOR tu Dios; y a Él adorarás, y jurarás por su nombre" (Deuteronomio 6:13).


Jesús es tentado en el desierto.
Esto es muy importante. Jesús es llevado por el Espíritu al desierto - al desierto - y para rechazar las tentaciones de Satanás, Jesús cita pasajes del libro de Deuteronomio, los cuales fueron hablados por Moisés al pueblo de Israel cuando estaban pasando por las pruebas en el desierto. Mateo 4:3–4 dice: “Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Pero Él respondiendo, dijo: Escrito está: "NO SOLO DE PAN VIVIRÁ EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS".


Las palabras de Moisés sobre el tiempo de Israel en el desierto.
Veamos ahora Deuteronomio 8:2–3 y veamos las semejanzas entre esa situación en el desierto y la situación de Jesús en el desierto. Moisés dice a la gente: “Y te acordarás de todo el camino por donde el SEÑOR tu Dios te ha traído por el desierto [NOTA: Jesús es llevado por el Espíritu al desierto] durante estos cuarenta años [NOTA: Jesús estuvo allí cuarenta días], en el desierto, para humillarte, probándote, [NOTA: Jesús fue "probado"], a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos. 3 Y te humilló, y te dejó tener hambre, [NOTA: Jesús tuvo hambre debido a su ayuno], y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR”.


¿Qué significan estas semejanzas?
Hay demasiadas similitudes entre lo que le sucede a Jesús en el desierto y lo que le sucedió al pueblo de Israel como para pensar que es una coincidencia. ¿Qué significa esto?
Significa que Dios se está preparando para librar a su gente - el nuevo Israel - de la esclavitud egipcia del pecado hacia la tierra prometida del perdón y la justicia, de la paz y del gozo y de vida eterna. Para esto envió a un nuevo Josué, Josué y Jesús es exactamente la misma palabra en griego (Hechos 7:45). Este nuevo Josué es el líder y representante de todo el pueblo, y por ellos, será llevado por Dios al desierto. Los 40 días representan los 40 años. Será probado al igual que Israel fue probado, y tendrá hambre, al igual que Israel tuvo hambre. Y si triunfa, Él y su pueblo entrarán seguros en la tierra prometida.


El propósito del ayuno de Jesús (y del nuestro).
Ahora podemos ver con más claridad el significado del ayuno de Jesús.


Identificación voluntaria con el pueblo de Dios.
No fue una elección arbitraria de algo que hacer frente a la tentación de Satanás. Fue un acto voluntario de identificación con el pueblo de Dios en su privación y prueba en el desierto. De hecho, Jesús estaba diciendo: "He sido enviado para guiar al pueblo de Dios fuera del pecado de Egipto hacia la tierra prometida de la salvación. Para hacer esto debo ser uno de ellos; para eso nací. Por consiguiente, pasaré por la misma prueba que ellos experimentaron. Los representaré en el desierto y dejaré que mi corazón sea probado con el ayuno para demostrar dónde está mi lealtad. Y con la ayuda del Espíritu triunfaré en el ayuno, venceré al demonio, y guiaré a todos los que confíen en mí hacia la tierra prometida de la gloria eterna".


Un medio para luchar contra Satanás.
En otras palabras, el ayuno de Jesús es parte de su prueba, al igual que el hambre lo fue para el pueblo de Israel en el desierto. Pero eso no significa que el ayuno no fuera un medio para luchar contra Satanás, ya que el ayuno revela dónde está el corazón. Y cuando el corazón prueba que ama a Dios más que al pan, Satanás no logra tener la presencia que tendría si nuestro corazón amase las cosas terrenales tanto como el pan.


Probando nuestros corazones.
Generalmente, el pueblo de Dios es llamado a vivir sin los medios de vida ordinarios. El ayuno es una experiencia breve y voluntaria de privación para probar nuestros corazones. Cuando experimentamos este "vivir sin", el Señor revela lo que está en nuestros corazones. ¿Qué es lo que nos controla? Richard Foster dice en su capítulo sobre el ayuno que:
“Más que cualquier otra disciplina, el ayuno pone de manifiesto las cosas que nos controlan. Este es un maravilloso beneficio para el verdadero discípulo que anhela ser transformado a la imagen de Jesucristo. Cubrimos lo que está dentro de nosotros con alimento y otras cosas buenas, pero al ayunar estas cosas salen a la superficie. Si el orgullo nos controla, será revelado casi enseguida. David dijo: "afligí con ayuno mi alma" (salmos 69:10). La ira, la amargura, los celos, la contienda, el miedo… si están dentro de nosotros, saldrán a la superficie con el ayuno. Al principio racionalizaremos diciendo que nuestra ira se debe al hambre, luego entenderemos que estamos enojados porque el espíritu de la ira está dentro de nosotros. Nos podemos regocijar en este conocimiento porque sabemos que la sanidad está disponible por medio del poder de Cristo. ¿De qué somos esclavos? ¿Cuáles son nuestras pasiones más profundas? El ayuno es el lugar de prueba de Dios, y su lugar de sanación. ¿Murmuraremos como lo hicieron los Israelitas cuando no tuvieron qué comer? ¿Abandonaremos el camino de la obediencia y convertiremos piedras en pan? ¿O "viviremos de toda palabra que sale de la boca de Dios"? El ayuno es una forma de revelarnos a nosotros mismos y de confesar a Dios lo que está en nuestros corazones.


El propósito del ayuno.
Y el propósito del ayuno es que logremos depender menos de la comida y más de Dios mismo. Ese es el significado de las palabras de Mateo 4:4: "No solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Cada vez que ayunamos, decimos junto con Jesús, "No solo de pan Señor sino de Ti. No solo de pan Señor sino de Ti."
Para terminar, voy a demostrarles rápidamente porqué creo que Jesús nos está diciendo que debemos confiar en Dios y no en el alimento.
Porqué debemos confiar en Dios y no en el alimento.


Viene del contexto de Deuteronomio 8:3 de donde Jesús toma estas palabras y las dice en Mateo 4:4. [Dios] te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, [¡NOTA!] para hacerte entender que el hombre no sólo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del SEÑOR.
Les dio maná (un alimento totalmente desconocido que caía del cielo) ¿Por qué? "Para que" aprendieran a vivir de todo lo que sale de la boca de Dios. ¿Cómo nos enseña esto el milagroso maná? Porque el maná es una de las formas increíbles en que Dios puede, con una sola palabra, revelarse a sí mismo y cubrir tus necesidades cuando nada más parece funcionar.


Pero veamos lo que Satanás hace con eso. Satanás le dice a Jesús, "si eres el Hijo de Dios, convierte esta piedra en pan”. En otras palabras, "haz el maná, como lo hiciste en el desierto. Si la clave del maná en el desierto fue enseñar a la gente a esperar milagros en momentos de aflicción, entonces hazte un poco de pan milagroso para ti, y estarás obedeciendo las Escrituras". Pero Jesús responde: "Estás tan cerca, y al mismo tiempo tan lejos. Siempre has manejado la Palabra de Dios así, tan sutilmente. Parecería que aceptas la Palabra de Dios, pero vuelcas toda palabra en contra de Él. Esta es la clave Satanás: No dependas del pan, ni siquiera del pan milagroso, confía en Dios. No obtengas del alimento tu mayor satisfacción en la vida, ni siquiera del alimento milagroso dado por Dios, sino de Dios mismo. Toda palabra que viene de la boca de Dios revela a Dios, y es de esta auto-revelación de la que nos alimentamos. Esto durará por siempre. Esta es la vida eterna. Vete, Satanás, Dios es mi porción. No me desviaré de su camino ni de su compañía, ni siquiera por el milagroso maná".


Te invito a que dejes que Dios pruebe tu corazón con ayuno este miércoles. Verás que te revelará cosas muy profundas, y se entregará a sí mismo como alimento para ti.

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