Brothers, Beware of Sacred Substitutes/es

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{{MasterHeader |author= John Piper |partnerurl= http://www.desiringgod.org |partner= Desiring God |date= 1 January 1995 |other= |categorytopic= Pastoral Ministry |mediatype= Article |lang= Spanish |editor= n/a |translator= Dorval A. Lara Riveroll |levels= 1|reviewed=Peer Reviewed|newtitle=Hermanos, Cuidado con los Substitutos Sagrados }}
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El ministerio es su propio peor enemigo. No es destruído por el lobo de Siberia del mundo. Se destruye a sí mismo. Ese es el punto de Hechos 6:2-4: "Y los doce convocaron a la asamblea de los discípulos y les dijeron 'No está bien que dejemos de predicar la Palabra de Dios por servir las mesas. Busquen, pues, de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, a quienes podamos confiarle esta tarea. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.' "
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El ministerio es el peor enemigo de sí mismo. No lo destruye el gran lobo malo del mundo. Se destruye a sí mismo. Ese es el punto de Hechos 6:2-4: "Y los doce convocaron la asamblea de lo discípulos y les dijeron 'No está bien que dejemos de predicar la Palabra de Dios por servir las mesas. Busquen, pues, de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, a quien podamos confiarle esta tarea. Nosotros nos dedicaremos a la oración y a ministerio de la palabra.' "
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Sin oración extensa y consagrada, el ministerio de la Palabra se marchita y no produce fruto alguno. Los 120 se dedicaban a la oración (Hechos 1:14) cuando el Espíritu descendió y les daba palabras con 3000 conversos. Estos conversos también se dedicaron a la oración (Hechos 2:42) cuando había señales y se realizaban maravillas, y la gente acudía y se integraba diariamente a la iglesia (Hechos 2:43, 47). Pedro y sus amigos se encontraban orando cuando el lugar se sacudió y fueron llenados del Espíritu y hablaron la Palabra con seguridad (Hechos 4:31). Pablo confiaba en que por la oración se le dieran palabras para abrir su boca y proclamar el misterio del evangelio. (Efesios. 6:19).
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Sin oración extensa y consagrada, el ministerio de la Palabra se marchita y no produce fruto alguno. Los 120 se dedicaban a la ''oración ''
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Sin oración extensa y concentrada, el ministerio de la Palabra marchita. Y cuando el ministerio de la Palabra declina, la fé (Rom. 10:17; Gal. 3:2, 5) y la santidad (Juan 17:17) declinan. La actividad puede continuar, pero la vida y el poder de la fructividad terminan. Por tanto, lo que se oponga a la oración, se opone el trabajo entero del ministerio.
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¿Y qué se opone a la vida de oración del pastor más que nada? El ministerio. No son las compras o las reparaciones al coche, o la enfermedad o el trabajo del patio lo que exprime nuestras oraciones y las lleva a rincones apresurados de nuestro día. Es el desarrollo del presupuesto y las reuniones del personal y las visitas y consejería y el contestar el correo y el escribir reportes, leer revistas y contestar el teléfono.<br> <br>El esfuerzo de satisfacer las necesidades es el enemigo de la oración. Literalmente, Hechos 6:3 dice, "Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y sabiduría, a quien podamos confiarle esta tarea.” El cuidado de las viudas era una verdadera ''necesidad''. Y era precisamente esta necesidad lo que amenazaba la oración apostólica.
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Sin oración extensa y concentrada, el ministerio de la Palabra se marchita. Y cuando el ministerio de la Palabra disminuye, la fé (Rom. 10:17; Gal. 3:2, 5) y la santidad (Juan 17:17) disminuyen. La actividad puede continuar, pero la vida y el poder de la fructividad terminan. Por lo tanto, lo que se opone a la oración, se opone al trabajo entero del ministerio.&nbsp;
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Pero los apóstoles no cederían a la tentación. Esto debía significar que la oración requeriría una gran parte de su tiempo de calidad. Si se ha pensado en la oración como algo que se puede hacer mientras se lavan los platos o se prepara la comida (o se maneja un coche entre hospitales) entonces no pudieron ver el poner la mesa como una verdadera amenaza. La oración era una labor que consumía tiempo, durante la cual se debía dejar aparte el resto de las actividades.
 
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Ellos aprendieron de Jacob y de Jesús que debían usarse noches enteras para la oración (Gen. 32:24; Lucas 6:12). Bajo la merma del ministerio, debemos “retirarnos a lugares apartados y orar” (Lucas 5:16). Antes de los encuentros pastorales significativos, debemos orar solos. (Lucas 9:18). Para Jesus y los apóstoles el trabajo de la oración requería cantidades significateivas de soledad: “En la mañana, mucho antes del amanecer, El se levantó y salió a un lugar solitario, y ahí oró.” (Marcos 1:35).
 
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Los apóstoles dijeron, “Nos ''dedicaremos'' a la oración” (Hechos 6:4). La palabra traducida como “dedicarse” (''proskartereo'') enfatiza el compromiso inconmovible y firme de los apóstoles de reservar tiempo para la oración. Significa “persistir” y “quedarse con”. Se usa en Hechos 10:7 para referirse a la lealtad con la que algunos soldados sirvieron a Cornelio. La idea es ser fuerte y persistente y constante en dicho designio.
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¿Y qué se opone a la vida de oración de un pastor más que nada? El ministerio. No son las compras o las reparaciones al coche, o la enfermedad o el trabajo del patio lo que arrincona nuestros oraciones en las esquinas más apresurados de nuestro día. Es el desarrollo del presupuesto y las reuniones del personal y las visitas y consejería, y el contestar correos y escribir reportes, leer revistas y contestar el teléfono. El esfuerzo de satisfacer necesidades es el enemigo de la oración. Literalmente, Hechos 6:3 dice, "Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y sabiduría, a quien podamos confiarle esta tarea." El cuidado de las viudas era una verdadera necesidad. Y era precisamente esta necesidad lo que amenazaba la oración apostólica.
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Así que los apóstoles decían: No importa qué tan urgentes o fuertes sean las presiones sobre nosotros para que usemos nuestro tiempo en realizar obras de bien, no abandonaremos nuestra labor principal. Persistiremos en ello. No vacilaremos o dejaremos de lado la labor de la oración.
 
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Esta palabra (''proskartereo'') se adjunta firmemente al ministerio de la oración en la iglesia temprana. En Hechos 1:14 los discípulos “''se dedicaban'' a la oración”, y en Hechos 2:42 a las “oraciones”. Luego, en las epístolas de Pablo esta práctica se vuelve un mandato: “Sean ''constantes'' en la oración” (Rom. 12:12). "Perseveren en la oración, ''velando en ella'' con acción de gracias" (Col. 4:2). "Manténganse alerta ''con toda perseverancia'', suplicando por todos los santos" (Efesios 6:18). Mientras más se encuentre uno concentrado en combatir los poderes de la oscuridad, será mayor la sensación de necesidad de pasar más tiempo orando. Por lo tanto, los apóstoles combinan la "oración" y el "ministerio de la Palabra" y se liberan a sí mismos de las buenas obras que consumen tiempo.
 
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La importancia de la oración se eleva en proporción a la importancia de las cosas a que debemos renunciar para poder orar. Si el trabajo que vamos a dejar aparte es uno en el que se requiere de gran profundidad espiritual y poder, entonces cuánto más crucial y demandante deberá ser el trabajo de la oración? Y esto es sólo el caso de Hechos 6:3.
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Pero, los apóstoles no cederían a la tentación. Esto debía significar que la oración requeriría una gran parte de su tiempo completo. Si hubieran pensado en la oración coo algo que se puede hacer mientras se lavan los trastes o se prepara la comida (o se maneja un coche entre hospitales) entonces no hubieran visto el poner la mesa como una verdadera amenaza. La oración era una labor que consumía tiempo, durante la cual se debía dejar aparte el resto de las actividades.
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El texto no dice "Los Apóstoles deberán hacer el trabajo espiritual de la oración y hacer que algunos tipos sirvan las mesas." Dice, "Escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación,''llenos del Espíritu y sabiduría''." (En quien se confiará no será un financiero mundano. Tendrá que estar lleno del Espíritu y de sabiduría.) No son solamente las exigencias engañosas del pastorado lo que amenaza nuestra vida de oración. La oración también se ve amenazada por las oportunidades del ministerio en que se requiere llenura del Espíritu y sabiduría. Debemos abandonar incluso esto para poder dedicarnos a la oración.
 
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Hermanos, cuídense de los substitutos sagrados. Dedíquense a la oración y al ministerio de la Palabra.
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Ellos aprendieron de Jacob y de Jesús que debían usarse noches enteras para la oración (Gen. 32:24; Lucas 6:12). Bajo la merma del ministerio, debemos "retirarnos a lugares apartados y orar" (Lucas 5:16). Antes de los encuentros pastorales significativos, debemos orar a solas (Lucas 9:18). Para Jesús y los apóstoles el trabajo de la oración requería tiempos extendidos a solas: "En la mañana, mucho antes del amanecer, El se levantó y salió a un lugar solitario, y ahí oró" (Marcos 1:35).
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Así que los apóstoles decían; No importa qué tan urgentes o fuertas sean las presiones para usar nuestro tiempo realizando obras de bien, no abandonaremos nuestra labor principal. Persistiremos en ello. No vacilaremos ni dejaremos a un lado la labor de la oración.
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Esta palabra (proskartereo) se une fuertemente al ministerio de la oración en la iglesia antigua. En Hechos 1:14 los discípulos "se dedicaban a la oración", y en Hechos 2:42 a las "oraciones". Luego, en las epístolas de Pablo, esta práctica se vuelve un mandato: "Sean constantes en la oración" (Rom. 12:12). "Perseveren en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Col. 4:2). "Manténganse alerta con toda perseverancia, suplicando por todos los santos" (Efesios 6:18). Mientras más se encuentre uno concentrado en combatir los poderes de la oscuridad, será mayor la sensación de necesidad de pasar más tiempo orando. Por lo tanto, los apóstoles combinan la "oración" y el "ministerio de la Palabra" y se liberan a sí mismos de las buenas obras que consumen tiempo.
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La importancia de la oración se eleva en proporción a la importancia de las cosas a que debemos renunciar para poder orar. Si el trabajo que vamos a dejar aparte es uno en el que se requiere gran profundidad espiritual y poder, entonces ¿cuánto más crucial y demandante deberá ser el trabajo de la oración? Y esto es sólo el caso de Hechos 6:3.
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El texto no dice, "Los apóstoles deberán hacer el trabajo espiritual de la oración y hacer que algunos tipos sirvan las mesas." Dice, "Escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y sabiduría." (Fiduciarios no deben ser financieros mundanos. Deben estar llenos del Espíritu y de sabiduría.) No son solamente las exigencias cotidianas del pastorado lo que amenaza nuestra vida de oración. La oración también se ve amenazada por las oportunidades del ministerio en que se requiere llenura del Espíritu y sabiduría. Debemos abandonar incluso esto para poder dedicarnos a la oración.
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Hermanos, cuídense de los substitutos sagrados. Dedíquense a la oración y al ministerio de la Palabra.&nbsp;
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Revision as of 23:50, 22 May 2008

El ministerio es su propio peor enemigo. No es destruído por el lobo de Siberia del mundo. Se destruye a sí mismo. Ese es el punto de Hechos 6:2-4: "Y los doce convocaron a la asamblea de los discípulos y les dijeron 'No está bien que dejemos de predicar la Palabra de Dios por servir las mesas. Busquen, pues, de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, a quienes podamos confiarle esta tarea. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.' "


Sin oración extensa y consagrada, el ministerio de la Palabra se marchita y no produce fruto alguno. Los 120 se dedicaban a la oración


Sin oración extensa y concentrada, el ministerio de la Palabra se marchita. Y cuando el ministerio de la Palabra disminuye, la fé (Rom. 10:17; Gal. 3:2, 5) y la santidad (Juan 17:17) disminuyen. La actividad puede continuar, pero la vida y el poder de la fructividad terminan. Por lo tanto, lo que se opone a la oración, se opone al trabajo entero del ministerio. 


¿Y qué se opone a la vida de oración de un pastor más que nada? El ministerio. No son las compras o las reparaciones al coche, o la enfermedad o el trabajo del patio lo que arrincona nuestros oraciones en las esquinas más apresurados de nuestro día. Es el desarrollo del presupuesto y las reuniones del personal y las visitas y consejería, y el contestar correos y escribir reportes, leer revistas y contestar el teléfono. El esfuerzo de satisfacer necesidades es el enemigo de la oración. Literalmente, Hechos 6:3 dice, "Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y sabiduría, a quien podamos confiarle esta tarea." El cuidado de las viudas era una verdadera necesidad. Y era precisamente esta necesidad lo que amenazaba la oración apostólica.


Pero, los apóstoles no cederían a la tentación. Esto debía significar que la oración requeriría una gran parte de su tiempo completo. Si hubieran pensado en la oración coo algo que se puede hacer mientras se lavan los trastes o se prepara la comida (o se maneja un coche entre hospitales) entonces no hubieran visto el poner la mesa como una verdadera amenaza. La oración era una labor que consumía tiempo, durante la cual se debía dejar aparte el resto de las actividades.


Ellos aprendieron de Jacob y de Jesús que debían usarse noches enteras para la oración (Gen. 32:24; Lucas 6:12). Bajo la merma del ministerio, debemos "retirarnos a lugares apartados y orar" (Lucas 5:16). Antes de los encuentros pastorales significativos, debemos orar a solas (Lucas 9:18). Para Jesús y los apóstoles el trabajo de la oración requería tiempos extendidos a solas: "En la mañana, mucho antes del amanecer, El se levantó y salió a un lugar solitario, y ahí oró" (Marcos 1:35).




Así que los apóstoles decían; No importa qué tan urgentes o fuertas sean las presiones para usar nuestro tiempo realizando obras de bien, no abandonaremos nuestra labor principal. Persistiremos en ello. No vacilaremos ni dejaremos a un lado la labor de la oración.


Esta palabra (proskartereo) se une fuertemente al ministerio de la oración en la iglesia antigua. En Hechos 1:14 los discípulos "se dedicaban a la oración", y en Hechos 2:42 a las "oraciones". Luego, en las epístolas de Pablo, esta práctica se vuelve un mandato: "Sean constantes en la oración" (Rom. 12:12). "Perseveren en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Col. 4:2). "Manténganse alerta con toda perseverancia, suplicando por todos los santos" (Efesios 6:18). Mientras más se encuentre uno concentrado en combatir los poderes de la oscuridad, será mayor la sensación de necesidad de pasar más tiempo orando. Por lo tanto, los apóstoles combinan la "oración" y el "ministerio de la Palabra" y se liberan a sí mismos de las buenas obras que consumen tiempo.


La importancia de la oración se eleva en proporción a la importancia de las cosas a que debemos renunciar para poder orar. Si el trabajo que vamos a dejar aparte es uno en el que se requiere gran profundidad espiritual y poder, entonces ¿cuánto más crucial y demandante deberá ser el trabajo de la oración? Y esto es sólo el caso de Hechos 6:3.


El texto no dice, "Los apóstoles deberán hacer el trabajo espiritual de la oración y hacer que algunos tipos sirvan las mesas." Dice, "Escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y sabiduría." (Fiduciarios no deben ser financieros mundanos. Deben estar llenos del Espíritu y de sabiduría.) No son solamente las exigencias cotidianas del pastorado lo que amenaza nuestra vida de oración. La oración también se ve amenazada por las oportunidades del ministerio en que se requiere llenura del Espíritu y sabiduría. Debemos abandonar incluso esto para poder dedicarnos a la oración.


Hermanos, cuídense de los substitutos sagrados. Dedíquense a la oración y al ministerio de la Palabra. 


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